UNA RESPUESTA
QUE NACIÓ DE LAS ENTRAÑAS
DE LOS
DESCENDIENTES DE LOS ABORÍGENES CHUCOS
Santiago de Chuco se ubica en una superficie de tierra
fecunda en la sierra norte del Perú, en La Libertad. Al igual que numerosísimas
mojigangas, allí acunaron los legendarios PALLOS, un elenco de aguerridos,
ágiles y jacarandosos danzarines que constituyen una danza típica que es parte
de la cultura mestiza de este pueblo.
Pero en el caso específico de los tersos Palios, se nota
con claridad que tal expresión folclórica no es resultado de un proceso
compulsivo, dominio de la raza ibérica sobre la nativa, sino más bien de una
respuesta que nació de las entrañas de los descendientes de los aborígenes
Chucos.
Pues la más clara evidencia de disconformidad de estos
membrudos danzantes con los ibéricos chapetones está en el uso burlesco del
antifaz y las franjas cruzadas de su vestuario; y, con su bizarro zapateo,
también los nativos pretendieron mofarse de los bailes cortesanos de los
conquistadores.
Y en esta época, claro que los Pallos aún exhiben rasgos
españoles; pero en la esencia de su expresión categórica, pesa indubitablemente
el elemento autóctono.
JOSÉ ESQUIVEL
GRADOS
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