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domingo, 9 de marzo de 2014

FESTIVAL INTERNACIONAL DE LA TUNA, COCHINILLA Y PLANTAS NATIVAS

 
DE JALCA
Y
DE TEMPLE
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
y la función
de la yerba purísima
César Vallejo
 
 
1. Hierba
mora
 
Ni bien salimos a la puerta, yo restregando mis lágrimas, se acercan las mujeres humildes del vecindario a decirle a mi madre:
– ¡Ay niña Elvira! Mi Catita se ha llenado de la erisipela. Dígame, ¡qué le diera!
Ahí recién se me pasa el enojo. Alzo las cejas y estoy atento para ayudar a quien me dio la vida en dar la receta correcta y así el alivio y la curación ante tanto mal que hay en el mundo:
– Le puedes dar....
– ¡Hierba mora!, mamá. –Le digo bajito y jalándole su pañolón a cuadros verdes.
– Hierba mora en ajenjo. –Completa mi mamá.
– ¿No tendrá usted, niña?
– Sí, tenemos. –Intervengo ya, como si la cosa fuera conmigo,
Y sin ningún sentido de la discreción anunció:
– ¡Ahorita traigo! –Y corro a la ventana y a los cajones que allí colocamos a los cuales llamamos “El botiquín”.
 
2. El olor
remoto
 
¡Cómo no! La hierba mora es buena para combatir la erisipela; pero también los diviesos, los flemones, los panadizos.
¡Y las quemaduras! En infusión, mezclada con verbena y hierba santa. También es buena para aliviar la fiebre del tabardillo.
Lo sé, porque mi madre y mi tía Zarela heredaron de don Benigno Rojas, mi abuelo, el arte y afición a administrar el poder curativo de las plantas y mi madre me lo inculcó a mí.
Tenemos una caja de madera con divisiones, la misma que vendría seguramente desde Borneo o Sumatra, digo yo por el olor remoto y original de las maderas, o procedente de cualquier otro país, pero eso sí lejano y exótico.
Allí vendría cierto producto oloroso, como esencia de almizcle, porque eso rezuman sus tablas amarillas, con ranuras para las divisiones y una tapa que se desliza entre dos estrías.
 
3. De altura
y de temple
 
Allí guardamos las hierbas, Y yo soy el almacenero. Y como tal el médico, el brujo, el demiurgo.
Y mi madre me ayuda en ese rol que hago con entusiasmo pero seguramente con inocente torpeza.
Y muchos paisanos míos estuvieran ya en el cielo gozando de buena vida, no como ésta sufrida de aquí en la tierra, si ella no me hubiera corregido a tiempo, ayudándome en tales menesteres.
¡Horas he pasado oyéndola hablar del valor curativo de cada planta! Ayudándola a envolverlas, rotulándolas y anotando sus virtudes milagrosas.
Aprendiendo a identificarlas, distinguiendo su color, memorizando su forma, reconociendo su tersura como su profundo y embriagante olor. Y hasta probando su sabor en la boca.
En dos se dividían los componentes de ese arte: las plantas de altura o de jalea; y las de temple, valles, hondonadas y bajíos.
 
4. El toronjil,
el cardo santo
 
Pero tanto o más que el poder curativo o el prodigio de las yerbas que sanan, para mí ese cajón representa el milagro del lenguaje y la resonancia de las palabras:
Porque hay voces y sonidos que encierran todo el universo; los huertos, paisajes y arco iris.
Así: la zarzaparrilla, la trinitaria, el láudano; la panizara, el toronjil, el cardo santo; el "Juan Alonso", el alcanfor, el "pie de perro"; el acíbar, el membrillo.
¿Acaso no son vocablos más suntuosos y refinados que las joyas persas, egipcias o del fabuloso tesoro del Señor de Sipán?
¿Pueden aquellas alhajas compararse en hondura, fulgor y connotación a los nombres de las plantas y más aún a los dones y virtudes de que están dotadas?
Y a otras, como:
La huamanripa, a la que más recurro creo que por su acento y tañido. Y la receto, yendo de la idea al acto, al ponerla a cocer en una olla, no sólo para curar la tos ni cólicos de barriga, sino para apaciguar dolores del alma.
 
5. Los hijos
indefensos
 
La zarzamora, que unida a higo seco, a raíz de altea, a hojas de rosas y a brotes de jazmín, todo echado a hervir y colado, es buena para aftas bucales de los niños de teta. ¡Que siempre los había en casa!
El ñorbo o la pasionaria, cuyo nombre me explica mamá, evoca la corona de espinas, el clavo y el martillo de la cruz y que estuvo al nacer Jesús en Belén y también al morir en el monte Calvario, en Jerusalén.
La ortiga, –cuánto no he chillado y zapateado por cogerla mal en el camino a Cachulla!–, buena cuando está seca, para curar los resfríos o detener la caída del pelo.
Pero fresca, con sus temibles hojas aserradas, sirve para latiguear las rodillas o los brazos atacados por el reumatismo.
¡También las madres desalmadas la cultivan frente a la puerta de sus casas para castigar la malacrianza de sus hijos indefensos!
 
6. Para curar
una vergüenza
 
El matico, de color pardo, sirve para tomarlo en emoliente, cuando hay inflamaciones de pecho, o para lavar las heridas o hacer gárgaras.
El mastuerzo, de pecíolo largo, bueno para el escorbuto, mezclado con el jugo de granadilla que mi padre, poniéndome al hombro una alforja, me envía de madrugada a traerla desde el fundo de Pasabalda, que queda a un día de camino.
La cola de caballo, que en tizana es para las compresas y cataplasmas aplicadas en heridas, hemorragias de la nariz y úlceras de las encías.
Pasada por la barbilla provoca estornudar; pero hacerlo enoja a las mamás, que por ese hecho nos jalan las orejas.
El llantén y el ajenjo son para dolores de estómago. La congona para curar una vergüenza.
La escorzonera sirve para la temible tos ferina; la semilla de membrillo en panetela es para formar el estómago de los recién nacidos.
 
7. La resonancia
de sus nombres
 
La valeriana te damos a sorbos en tus desmayos, mamá.
La trinitaria cocida en hidromiel y pasada en vino, excelente contra las molestias respiratorias y el asma.
La pimpinela para los enjuagues tónicos.
Y los odiosos ¡churgapes!, para baños de "caisas" y consentidos, con los cuales me amenazaron mis tías pero que tú jamás lo permitiste mamá. Y mi padre ¡menos todavía!
Por eso, cuando a veces me preguntan cómo es que me nació el gusto por las palabras yo contesto que fue por este oficio de niño curandero.
Y esto basado en yerbas que en mi ingenuo sentido era el poder de la resonancia de sus nombres aquello que lo hacía tener sus mágicos poderes curativos.
 
 
*****
 
El texto anterior puede ser
reproducido, publicado y difundido
citando autor y fuente
 

Teléfonos: 420-3343 y 602-3988

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