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lunes, 30 de noviembre de 2009

INVITACION DE HONOR: Viernes 4 de Diciembre



CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Y
MUNICIPALIDAD DE MIRAFLORES



ANIVERSARIO
FALLECIMIENTO

HOMENAJE A GEORGETTE

DE VALLEJO




FRANCISCO ROJAS
Bienvenida y presentación

DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
Significado y trascendencia de Georgette
en la vida y obra de César Vallejo


PRESENTACIÓN
DE NUEVA EDICIÓN:


“GEORGETTE, LA GOLONDRINA
DEL OCÉANO VALLEJO”


Panel de comentaristas:

JOSÉ LUIS AYALA


MANUEL VEJARANO SÁNCHEZ


MANUEL VELÁSQUEZ ROJAS


Conducción


RAMÓN NORIEGA TORERO




Y


HOMENAJE A:


DON CÉSAR VALLEJO INFANTES


EN EL DÍA DE SU NATALICIO





Intervenciones:


CARLOS CASTILLO


RAÚL CHÁVEZ


BERTHA MORILLO


Canciones de


JULIO HUMALA




Centro Cultural Ricardo Palma

Av. Larco 750. Miraflores.
7.00 pm




Ingreso libre




Se agradece su puntual y gentil asistencia.


sábado, 28 de noviembre de 2009

INVITACION DE HONOR: Sábado 28 de Noviembre


CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA






AULA CAPULÍ:

CONFERENCIA DE

JOSÉ PABLO QUEVEDO

“EL MUNDO ANDINO.

VISIÓN

DESDE ALEMANIA”


AFECTO Y ABRAZO ENTRAÑABLE A
ELVIRA FERNÁNDEZ BACA GARCÍA
(Homenaje de Despedida por su inminente retorno al Cusco Milenario)

CAPULIÑAHUI

Sábado 28 de noviembre, 7 pm.

Angamos Este 301. Miraflores

Ingreso libre

Se agradece su gentil asistencia

Teléfonos: 420-3343 y 420-3860

martes, 17 de noviembre de 2009

INVITACION DE HONOR: 21 de NOVIEMBRE


CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA





27 DE NOVIEMBRE,

DÍA DE LA BATALLA

DE TARAPACÁ


EL PERÚ


ETERNO,


FORTALEZAS


AULA CAPULÍ

PANEL:
PLÁCIDO DÍAZ
RAÚLCHÁVEZ
RAMÓN NORIEGA

Sábado 21 de noviembre. 7 pm.
Angamos 301 (Este). Miraflores

Ingreso libre
Se agradece su gentil asistencia

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PLAN LECTOR,
PLIEGOS
DE LECTURA









APRENDIENDO


A AMARTE,


¡OH PATRIA MÍA!


Danilo Sánchez Lihón

Cuando
sea capaz


Cuando sea capaz de reconocer que todo lo que falla es en parte culpa mía; y que en todo lo que funciona bien en algo he puesto mi granito de arena.

Cuando sea capaz de reconocer que yo educo a mi hijo y no que encargo a una institución para que lo haga por mí.

Cuando sea capaz de reconocer que lleva a la escuela lo que yo le enseño, y no que trae las malas costumbres que le enseñan sus compañeros.

Cuando sea capaz de aceptar que mis hijos reproducen mi calidad moral y no que achaco que sus maestros no hacen nada por corregirlos.

Cuando en mí se detiene la cadena que socava la honra ajena; y más bien salgo a defender al que pone el hombro, bregando para que el justo reciba lo que debe.

Cuando a partir de mi actitud hago que lo correcto sea aquello que irradie una luz grande o pequeña, pero luz al fin.

Cuando no repita el sonsonete de: "qué hace el gobierno que no corrige estos desmanes".

Cuando por hacer algo noble me quito una porción de comodidad, satisfacción o placer, a cambio de esfuerzo y sacrificio,

Cuando aprenda a servir, buscando el bien común, aportando por lo mucho que he recibido; y no viendo cómo aprovecho y hurto todavía el bien ajeno,

Cuando limpie la basura frente a mi casa, y hasta avance un poco más y recoja los trastos del lote abandonado o de la calle del vecino.

Cuando no abuse ni ofenda arrojando desperdicios en la vereda de enfrente o me deshaga de ellos en el parque público.

Cuando pueda decir: "no sólo tuve pena", sino que a la vez me examine a mí mismo y diga: "le di todo lo que tenía".

Cuando no sólo pueda quedarme en confesar: "me conmovió hasta las lágrimas ver a esa pobre madre", sino además: "Lucho hasta morir para que eso nunca vuelva a suceder".


Cuando yo haga
todo eso y mucho más:


Estaré haciendo algo porque no haya niños que deambulan en basurales, o inhalando terokal por los desagües.

Estaré haciendo algo para que no haya –o haya menos– niñas infectadas con enfermedades venéreas, que por ahora viven entre los escombros y las piedras del río Rímac y los breñales de la Mar Brava.

Cuando yo haga eso y mucho más podré tener la frente limpia el día que tengo que presentarme a Dios para su veredicto.

Cuando yo deponga mi egoísmo y mi vanidad y haga que triunfe lo que favorece el bien común; entonces, cuando vaya allá no he de tener nubes que ensombrezcan mis ojos cuando ella me mire.

Cuando yo haga todo eso y mucho más estaré haciendo algo porque mis paisanos no salgan a otros países a formar bandas de delincuentes y se asocie conmigo el ser ladrón, arranchador y canalla.

Cuando yo haga todo eso y mucho más estaré haciendo algo para que tantos padres y hermanos que se han ido lejos regresen desde esos países desde donde tanto nos añoran y nos extrañan.

Cuando yo haga todo eso y mucho más podré decir con orgullo: Recién te estoy aprendiendo a amar de a verdad, Patria mía.

PAGINA ABIERTA VI



El aroma de la tierra en
Los heraldos negros

En homenaje a Santiago de Chuco, la tierra de César Vallejo




Por Julio Yovera B.



César Vallejo el más universal de nuestros poetas es la concreción de una sensibilidad creadora que tiene sus raíces en Santiago de Chuco, la capital de la provincia andina del departamento de La Libertad, donde nació hace ya más de un siglo. En mucho, el poeta se debe a su tierra madre, pero, a la vez, Santiago de Chuco le debe su universalidad a César Vallejo.
El autor de Los heraldos negros ha globalizado su propio nombre, sus obras y el nombre de su pueblo, pero al mismo tiempo, ese pueblo llenó su alma de emociones, sus retinas de imágenes, sus oídos de música, su olfato de aroma verde y su piel de vibras para captar la vida en su esencia.

Si Vallejo es una fuente inacabable de poesía, el misterio no descifrado del todo, el hombre que polariza, el escritor que se renueva dialécticamente y el militante de una esperanza que pervive, ello se debe en gran parte a que nació y se crió en un lugar que se yergue al pie de la cordillera bajo un cielo bañado de sol durante el día y acompañado de luceros en las noches.

Vallejo suele sacudirnos de frente o de costado. Lo admiramos porque en las peores condiciones jamás arrió banderas. Su solidaridad con los desposeídos no fue para él un asunto de coyuntura o de correlación de fuerzas. Militó a favor de la vida hasta el sacrificio de su propia existencia. Por todo ello los afanosos buscadores de la aurora han convertido su vida y su obra en patrimonio.

Vallejo goza del reconocimiento de la humanidad por su condición de profeta desterrado o de Quijote solidario. Tiene nuestra admiración porque fue el poeta que supo elevar el mundo andino a dimensiones planetarias. Goza de nuestro reconocimiento porque conservó sus raíces. Nuestra adhesión a su vida y sus postulados se debe al hecho que en plena crisis integral del sistema capitalista, en medio de las hordas nazis y fascistas, se mantuvo honestamente combatiente.
Ese Vallejo que nos dice que hay que prepararnos porque ya viene el día, tiene una etapa en la que su poesía no solo huele al aroma fresco de la tierra que lo vio nacer, sino que su poesía es la misma tierra que lo vio nacer.

La poesía del autor de Los heraldos negros está concebida de maizales, trigales, capulíes, verdura, lilas, amapolas, leños y rosas. También está hecha de establo, de sudor de arriero, de adobe, de pan calientito y de chicha de jora. Hay que conocer la floresta de Santiago de Chuco, de Cachicadán, de Santa Cruz de Chuca, de Mollebamba, etc., para entender esa unidad geográfica, telúrica y ecológica, que le da a Vallejo los recursos para lograr una poesía que en todo momento es oración de la tierra o canción del agua.

Si la poesía en general es fuego o manantial. Nieve imponente o valle humilde. Chicoria amarga o polen dulce. Si es espada de guerrero o rosa de pétalos blancos. Si es olivo de amor o relámpago de ira, entonces la racionalidad jamás podrá entenderla. Si es savia del pueblo o raíz de la tierra. Si es canto de combate u oración de la paz, entonces su destino es la inmortalidad.
La poesía de Los heraldos negros se mueve como los ríos, de manera permanente: agitada o lenta, silenciosa o sonora. Parafraseando al viejo griego Heráclito de Efeso, es y no es al mismo tiempo.
He ahí el “secreto” de la vigencia de Los heraldos negros que tuvo en Vallejo a su creador - hacedor.

El poeta de los Heraldos negros se metió en el alma de su pueblo, pueblo que tiene el tiempo de los molles, la misma edad de las piedras, y lleno de una telúrica que atraía a la luna con la misma fuerza que el imán al acero. Esta parte de la patria está gestada de vida y poesía. Más de una voz, peruana o extranjera, ha reconocido que el Perú no es solo una diversidad étnica, también es una diversidad geográfica, cultural, ambiental y ecológica.

El Perú es un emporio de flora y fauna. No en vano cuando llegaron los europeos se llevaron, además del oro y de la plata, las diversas variedades que incrementaron el potaje de los nobles y también el fiambre de los pobres. Ese fue el antecedente de las proyecciones de la gastronomía de los pueblos del Perú.
Veamos algunos casos de presencia de la tierra amada en la obra primera del poeta.
Cuando se incursiona en la poesía, sobre todo en aquellos tiempos de epidemia colonial, los poetas evitaban hablar de la vida pueblerina. Los modernistas, incluyendo a Rubén Darío, exhibían una grandilocuencia que servía para halagar a las musas / hadas.
En Los heraldos… una de las motivaciones poéticas es la mujer, pero no es una diosa de busto griego, ni de cabellos de oro, sino la hembra sencilla del ande, con su “falda de franela”, a quien él recuerda con nostalgia bajo el viento lento de la añoranza.

La andina Rita es una mujer de “junco y capulí”. El junco es la paja que nace en los suelos húmedos, generalmente al pie del río. Nos imaginamos a una mujer delgada y de andar ondulado como el junco movido por el viento. El capulí es una fruta color rosado (¿o guinda?)que solía ser parte del paisaje de Santiago de Chuco. Es redundante decir que las mejillas de las mujeres del Ande tienen el tono de un capulí o de una granadilla.
La mujer que evocaba el poeta, la Rita de junco y capulí, tenía un sabor de “caña de mayo del lugar”. Las cañas del ande norteño son de distintos tipos. Las hay de tallo largo y las hay de tallo ancho. Las dos son dulces y los lugareños suelen tomarlas para sentir que el sumo se hace divinidad en la garganta. La mujer en este caso tiene el sabor de una caña dulce. La tierra le ofrece brinda metáforas al poeta y éste la toma a manos llenas.
Imágenes de la misma fibra de Idilio muerto abundan en la poesía de Los heraldos negros. Hay una pastora vestida “en su humildad de lana heroica y triste” y a pesar de todo se contagia de alegría, de fiesta de pueblo capaz de cosquillear la noche con luces de bengala que se parecen a “trigos de oro” (II Terceto Autóctono).
A la crítica oficial, que veía y sentía con ojos y con alma coloniales, le disgustaba que algún osado poeta trasladara el pueblo andino al reino de la poesía. Les resultaba ofensivo un arte como el de Vallejo. Esto explica en gran parte el silencio de la crítica cuando salió a la luz Los heraldos negros, en 1919 aunque con fecha 1918 en la tapa del libro, como explica también las frases de Clemente Palma que veía en el poeta la encarnación del desvergonzado que deshonra a la sociedad y la cultura trujillana.

Vallejo se extasió de vida y poesía. Bañó sus huesos con chica de jora, la bebida ancestral de los pueblos prehispánicos. Y como acontecía entonces se bebía de manera solemne y ritual. Alrededor de un poyo (lugar de encuentro y de tertulia de las familias andinas (beben) “…labios en coro / la eucaristía de una chicha de oro.” (I, Nostalgias Imperiales).
Y mucho más: “el humo oliendo a sueño y a establo” (Nostalgias imperiales) se penetró en su piel, de manera que ya en Trujillo o en Lima, en París o en Moscú, cuando se hace universal en sus células rojas porta su espíritu andino. No ignora jamás “La Grama mustia” (nostalgias imperiales). Tampoco olvida “el tamarindo de su sombra muerta. (Hojas de ébano)
Seguramente comparó la lluvia gris del cielo de Montmartre con el “aroma de aguacero” de Santiago de Chuco. Y cuando pedía un pan para su sed de justicia, y no solo para calmar su hambre, acaso añoraba sus biscochos servidos por su madre en una mesa de ternura.

Vallejo transitó por los caminos del mundo y fue convirtiéndose en una de las voces universales de la humanidad, pero siempre tendía presente: “La rosa azul que alumbra y da el ser al cardo! (La voz del espejo). En ocasiones cuando el sistema lo golpeaba acaso vendría a su mente “La Mano de agua” (Absoluta), que los humildes pedían y que los moribundos de la guerra clamaban.
Vallejo transitó por diversas sendas del mundo pero lo hizo como el arriero aquel que iba y venía por los caminos de herradura de Santiago de Chuco.
“Arriero, con tu poncho colorado te alejas,
saboreando el romance peruano de tu coca.” (Los arrieros)

En suma, para explicarse a Vallejo integral hay que partir de Santiago de Chuco pues fue un heraldo de pies en tierra que se echó a andar llevando su tierra y sus bondades en su corazón, en sus células rojas y se hizo universal sin hacer a un lado el aroma de la tierra que lo vio nacer.
Muchos de los que admiran su obra no conocen sus raíces. Si lo supieran, vendrían a Santiago a encontrarse con la fuente inagotable de su poesía hecha de la tierra nuestra de cada día.


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PAGINA ABIERTA V





GRAN NACIÓN CHUCO


Danilo Sánchez Lihón

1. Tres
de noviembre


Hoy día 3 de noviembre Santiago de Chuco celebra su aniversario, porque fue un día como hoy, hace 109 años, que se fundó como provincia del departamento de La Libertad, gestión que demandó el lapso de varias décadas.

Se desprendió de la provincia de Huamachuco de la cual era uno de sus distritos y con la cual conforma hasta ahora una unidad indisoluble de cultura y destino común.

El tiempo en que se fundó como provincia había alcanzado a desarrollar tanto que superaba en población a la capital de la provincia de la cual formaba parte.

Aquel 3 de noviembre las campanas repicaron desde el viejo campanario convocando a los pobladores que improvisaron una manifestación popular de júbilo. Y luego hubo un desfile cívico frente al Cabildo a cargo de las instituciones representativas de aquella época.

Entre ellas desfiló la Escuela Municipal que era el centro educativo donde estudiaba quien vendría a ser el poeta universal César Vallejo quien a esa fecha contaba con 8 años de edad.

Cabe imaginar a aquel niño desfilando delante del Cabildo pleno de guirnaldas y ante la bandera del Perú izada hasta el asta.


2. ¿Qué significa ser
de Santiago de Chuco?


Así Santiago de Chuco pasó a ser provincia del Departamento de la Libertad.

Y continuó siendo con más empeño el granero y la despensa que alimenta a las ciudades de la costa, por su gran riqueza agrícola sostenida por su gran variedad de cultivos, como también por la feracidad de su producción ganadera.

Abastece a ciudades incluso de otros departamentos como Chimbote y Casma.

Es pródiga también en recursos minerales, principalmente en oro, plata, cobre, tungsteno y zinc.

Pero la pregunta fundamental para quienes hemos nacido en ella es: ¿quiénes somos? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Cómo se explica nuestro nombre? ¿Cuál es nuestro origen? ¿Cómo llamarnos?

Pues bien, cuando yo era niño, después adolescente y posteriormente joven estudiante de educación secundaria, siempre en instituciones educativas de mi propio pueblo, la significación que nos daban nuestros maestros de la etimología del nombre Santiago de Chuco era así:

– “Sombrero del Apóstol Santiago El Mayor”.

Y ello porque Chuco en quechua es sombrero.


3. El sombrero
del Apóstol


Entonces, la leyenda que se nos contaba era que en el lugar en donde el pueblo está ahora afincado, y cuando el Apóstol ingresó por estas comarcas, un viento fuerte le hizo caer al Apóstol el sombrero que traía al venir montado y galopando en su brioso caballo blanco.

El sombrero fue a dar al suelo y el Apóstol bajó a recogerlo.

Allí recién se quedó estupefacto de la extraordinaria belleza de aquella heredad:

Su campiña, su cielo azulino, sus horizontes gualdas, todo era maravilloso.

Dio más vueltas por el valle, revisó los contornos y lo encontró tan a su gusto que escogió este lugar para quedarse y vivir en él para siempre.

Pero, al recoger su sombrero y volver a colocárselo vio que se había doblado haciendo una especie de arco o corona.

Pues bien: el sombrero del Apóstol con aquel arco o corona luce idéntico a como portan sus birretes en la frente los íconos precolombinos de los Chucos y de los cuales se conserva una gran profusión de imágenes.


4. Tuvo
que volverse indígena

Y ahí está el secreto de esta historia. Es en esta segunda referencia en donde está el detalle que nos permite, a partir de ahora, inaugurar un tiempo nuevo en relación a nuestra identidad. E incluso a cómo debemos denominamos o hacernos que se nos reconozca.

Y el detalle es aquel que prueba más bien que el Apóstol Santiago, vinculado más con la ciudad de Compostela en España, aquí tuvo que hacerse Chuco para poder entrar y quedarse a morar en estas tierras.

Dicho en otras palabras: tuvo que adoptar la nacionalidad indígena vistiendo el sombrero que distinguía a la gran cultura de los Chucos.

Tuvo que ponerse el sombrero arremangado que era distintivo de los hombres originarios de este sitio.

Tuvo que vestirse de indio para quedarse en los pagos que le habían gustado tanto.

Tuvo que volverse indígena y nativo, y por sincretismo ser adorado como el dios lugareño y auténtico de estas moles de granito y hondonadas.

Y si el Apóstol se hizo autóctono y aborigen.

¿Por qué nosotros entonces vamos a hacernos hispanos llamándonos santiaguinos como lo hemos hecho hasta ahora? ¿Si hasta nuestro propio Apóstol se volvió oriundo de este terruño?


5. Chuco no es sombrero
sino mente y espíritu


Ahora bien: ¿quién es ese dios a quién se adoraba en estos espacios hechos de cumbres y bajíos?

O, más directamente: ¿En la nación Chuco, de la cual justamente estos territorios eran la capital religiosa, a qué dios se le rendía culto?

A Catequil. El dios al cual aquí se veneraba era Catequil.

Porque Chuco fue una cultura, un reino y un señorío con largo y hondo ancestro.

No es entonces Chuco como un vocablo suelto del idioma quechua que se le ha impuesto y adherido al Apóstol Santiago, la razón del nombre de nuestro pueblo.

Chuco es una cultura de amplia extensión que tenía su capital administrativa en Marcahuamachuco y su asiento espiritual en el ámbito de lo que ahora es Santiago de Chuco.

Es en San José de Porcón en donde se ubicó el templo de Catequil y la escuela de líderes catequiles.

Resumiendo entonces: el significado de Chuco como vocablo es sombrero, pero el toponímico de entonces se vinculó a la prenda que se imponía como símbolo de cultivo de la mente, de la inteligencia y el espíritu.


6. Un birrete
en la frente

Nosotros somos Chucos; esa es nuestra raíz e identidad.

La nación Chuco que tenía siglos de antigüedad antes de la llegada de los españoles.

E incluso antes de la incursión de los mismos Incas que se expandieron desde el Cuzco. Y que con los Chucos solo pudieron llegar a acuerdos, sin alcanzar a dominarlos, razón por la cual no pudieron imponer ni su régimen, ni sus costumbres ni su lengua.

La nación Chuco abarcaba una extensión muy amplia de territorio que incluía los andes del departamento de La Libertad y se extendía por las jurisdicciones de Ancash, Cajamarca, Lambayeque y Huanuco.

Era una organización poderosa y una sociedad llena de virtudes que hasta ahora se traducen y representan en personas dignas, morales, fieles a sus principios.

Y eran Chucos porque se graduaban como tales; se accedía a serlo, cultivando el arte y las ciencias, el aprecio y respeto a la naturaleza, la sensibilidad y emoción social.

Y sobre todo por interesarse e indagar en los graves asuntos de la vida, el espíritu y la naturaleza divina de lo humano.


7. Cuna
de Catequiles


Por esa razón se les imponía un sombrero o un birrete en la corona de la cabeza. Ello para señalar que eran graduados en el desarrollo del alma, de la voluntad y el carácter.

Estos contenidos están vigentes y forman parte de la cultura de esa región, como práctica y tradición cotidiana en la ciudad y en el campo.

El Chuco en la frente era distinción de la excelencia que animaba a dicha persona.

Se simboliza con el sombrero precisamente porque se quiere indicar con ello que en ese punto está lo que verdaderamente importa, lo más alto y superior en relación con lo demás.

Y está puesto en la cabeza para señalar lo que hay al interior y al fondo de ella: está el ser esencial de la persona humana, sus habilidades, su talento y su esfuerzo.

Eso es Chuco, lo que está dentro del sombrero, como son el mundo prodigioso de los sueños, los anhelos y las quimeras.

Cada cierto tiempo en las universidades de este reino se graduaban promociones de 3 mil catequices que se desperdigaban luego como maestros hacia todos los confines.


8. Ramón
Noriega Torero


Por eso, Santiago de Chuco es cuna de catequiles, de hombres que cultivan la inteligencia y que por distinción llevan un sombrero o un birrete en la frente.

Al decir Chuco, y con ello sombrero, no debemos quedarnos ni en la forma, ni en la superficie, ni en el lado externo de esta imagen.

No debemos sino remitirnos al trasfondo, cual es lo que el sombrero envuelve y contiene: la luz del conocimiento, la rectitud de la conciencia y la vastedad de la sabiduría.

Estas precisiones de conceptos y significados que aquí te escribo, explico y grafico, son aportes y se deben a los estudios y reflexiones realizadas por el profesor Ramón Noriega Torero.

Él trabaja desde el movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra haciendo investigaciones trascendentales sobre estos temas con prolijidad y amplia documentación sustentatoria.

Él ha hecho aportes sustantivos para la verdadera comprensión del mundo andino.

Ha revalorado hechos esenciales como aquellos que se exponen en su libro “Somos Quispe”, grito de batalla y reivindicación para asumir cabal y plenamente nuestra identidad.


9. Bajo el esplendor
de las estrellas


Ramón Noriega Torero nos explica citando a cronistas que la acepción Chuco como sombrero y toponímico de estos lugares se da asociada a razón, memoria, afectividad, aspectos en los cuales se cultivaba un catequil.

Que obtener el título de Catequil es adquirir el rango de gran maestro, prócer y conductor de pueblos.

Los Chucos fueron y son una de las culturas más espléndidas y raigales del Perú.

Ser Chuco simboliza: visión, sueños y utopías. Es proeza del alma.

De allí que Marcahuamachuco sea un monumento arqueológico de sin par hermosura, situado al norte de nuestro país, denominado al igual que Machu Picchu maravilla cultural por una amplia mayoría de peruanos.

Otros hitos de esta cultura son: Conchudos, situado en Ancash, y Huacrachuco en Huanuco.

Huasochuco, ahora dentro de los territorios de la provincia de Julcán, pero antes en los dominios de Santiago de Chuco, ocupa tres colinas en la cima translúcida de la cordillera de los andes.

Y es una ciudad tan alta que desde allí se avizora el mar y en las noches las luces de la carretera panamericana que bordea nuestro litoral.


10. Miraban
la cumbre


¿Qué características tuvo esta cultura? Solo diremos unas cuantas:

Una, es que construyeron sus ciudades en la cumbre de las montañas, en la cima de los picachos, en el trasluz que hacen cielo y tierra.

Ciudades que se recortan contra el cielo y ya solo bajo el esplendor de las estrellas. Todas sobre el diamante de las cumbres de la serranía.

Las erigieron en el perfil asombroso de los horizontes.

Miraban lo más alto y allí edificaban los sitios en donde vivir, lo que prueba ser ya casi etéreos.

Allí están esas enfiladas líneas de piedra de Marcahuamachuco, Huasochuco, Ichal, en el lindero del globo terráqueo, ya casi fuera del planeta tierra.

¿No es sorprendente? ¿Hacer sus ciudades en esos lugares inimaginables?

Y no lo hacían porque fueran guerreros o porque temían un ataque. Ellos habían superado ya todas las confrontaciones y adversidades.

Eran Chucos, sabios, espirituales y místicos.

Hasta allí llevaban el agua y era allí donde lo primero que harían era domar los vientos.


11. Domadores
de abismos


Dos.

También eran amansadores de abismos y profundidades. Porque elevarse significa desafiar caídas y vértigos, donde la sombra es helada y permanente.

De allí que los pobladores de estos lugares fueran también mineros por excelencia.

“Constructores de la profundidad”, los llamó César Vallejo.

De aquellos que saben penetrar hasta el fondo del alma humana, tal como lo demostró él mismo, el autor de los Poemas Humanos, César Vallejo, el más genuino Chuco que hayamos tenido hasta ahora.

En razón de este dominio para comprender el alma de los hombres y los pueblos nuestros antepasados Chucos, otorgaban una categoría de sabio, profeta, libertador; líderes que orientan a quienes necesitan ser conducidos.

Esa categoría era ser Catequiles.

Ellos nos legaron esa herencia espiritual que está vigente en la gente sencilla del campo en donde abundan músicos, poetas y narradores orales, quienes laboran como agricultores, arrieros y artesanos y narradores orales.


12. Hacedores
de la luz


Tres.

Chuco es luz de la mente. Y, como tal, juicio. Juicio imparcial, equitativo, probo; de seres honrados, íntegros y honestos.

Es justicia, hermandad y solidaridad humanas, que se ejerce como un don sagrado.

Y es porque vivir en estas alturas y elevaciones de la tierra, rozando ya con las estrellas, entonces ya no se pueden tener pensamientos impuros porque el trato es ya con lo celestial.

Porque en los vellones de nubes del ganado que pasta en la bóveda celeste, se aprende a ser amplios, pacíficos y prudentes.

Porque en ese punto se está en comunión con algo situado más lejos todavía: la vía láctea y de ella se extrae el sentido del hombre en armonía con el cosmos en la noche estrellada.

Y el milagro del sol en las primeras luces del alba.

Igual, al apagarse los últimos fósforos y candelillas de los luceros que se hunden en el suave mar de la aurora.

Y se contempla, para tener el alma inmarcesible, el diamante de la luz en las cumbres nevadas de los cerros.

Ser Chuco constituye nuestra mejor herencia, puesto que en ella está la visión de altura, de amanecer y de alborada.


13. El dios
Catequil


Cuatro.

El Dios que adoraban no era un icono en un templo, una huaca en un montículo o un ídolo de piedra.

Era el alma de la gente representada en un hombre viejo y sabio.

El dios Catequil era un hombre cotidiano caminando por todos los senderos, no sentado en un trono sino un ser con el cual se podía dialogar a la vera de una trocha que lleva a una casa, a un puente, a una parva.

Es un hombre que va por los pueblos enseñando.

Es un líder, un maestro. Por eso Santiago de Chuco es cuna de maestros.

Y que su unidad dialéctica es que a su vez sea un niño. Quizá por eso Santiago de Chuco tiene como cultura el desvelo por el niño.

Catequil finalmente es cada uno de nosotros en las potencialidades que tenemos latentes y momentáneamente escondidas.

Catequil es cuando educamos, cuando asumimos una actitud de enseñar, una actitud noble y positiva.

Es cuando en nosotros triunfa el bien, la belleza, la verdad y el espíritu.


14. Somos
Chucos


– Entonces, ustedes ¿quiénes son? ¿Ya no son santiaguinos?

– Somos Chucos.

– Pero, ¿cuál es el patronímico?

– Chuco.

– ¿Son chuquinos entonces?

– ¡No! ¡Chucos! Chuquino es peyorativo.

– Y ¿qué es un Chuco entonces?

– ¡Lo inmenso!

Es ser luz, rayo, arco iris.

Un ser fuego de pasión, tal y como fue Vallejo. Y tantos otros hombres ilustres que ha dado Santiago de Chuco.

Es ser líderes, razón, energía, entrega.

Es el Batallón Libres de Santiago de Chuco marchando heroicamente sobre la escarcha a entregar su corazón solidario en el campo de batalla de Huamachuco.


15. Llenos de ilusiones
y de cantares


Por eso, yo quiero aquí afirmar enfáticamente mi identidad. ¡Soy Chuco!

¡Y qué grandioso que se haya conservado hasta ahora esa índole. Qué portento que nos haya llegado esta palabra y esta denominación con toda su pureza: ¡Ser Chuco!

Quiero complacerme en ello durante mucho tiempo.

Quiero conectar con mis raíces, con la savia que me sustenta, abrazarme con esos hombres y mujeres que son mis padres ancestrales y antepasados.

Y escribir desde mi identidad. Antes de sentirme ciudadano del mundo ser átomo pegado y confundido a la tierra, al grumo de arcilla, a la partícula de viento, de piedra y agua.

Y el sentirme así, identificado con mi aldea, mi terrón de adobe y de teja, consustanciado con mi calle y mi retazo de cielo.

Todo eso es Santiago de Chuco, Perla del Ande. Te invito a visitarlo cuando vuelva Capulí, Vallejo y su Tierra en la telúrica de Mayo, ahítos de promesas, esperanzas y utopías.

PAGINA ABIERTA IV


PLAN LECTOR,
PLIEGOS
DE LECTURA

















CACHICADÁN

TIERRA DE GLORIA

Y ENSUEÑOS


Danilo Sánchez Lihón

«Cachicadán, tierra de mis ensueños
Cachicadán, tierra de mi primera ilusión
yo desde aquí, de pie, le grito al tirano
la libertad nunca muere, viva la revolución»


Luis de la Puente Uceda


1. Hoy
es día de fiesta


Una dulzura infinita nos invade el alma a los chucos cuando pensamos que nuestros pasos van rumbo a Cachicadán.

¿Será por el camino pródigo para ir hacia él y que se abre como las alas de una mariposa alucinante?

¿Será por sus flores que se extienden por sus laderas en matices de azules, amarillos y fucsias? ¿Será por su aroma a manzanilla y alcanfores?

Siempre hay unos ojos negros a la vez de entrega, a la vez esquivos que se esconden tras de alguna puerta, balcón o esquina.

De Santiago de Chuco dista 45 minutos llegar a esta ciudad enclavada entre bosques de alcanfores; hermoso balneario de aguas termales que emergen a borbotones desde la base del cerro La Botica, a cuyas faldas se extiende la población de casas enlucidas de blanco, de calles adornadas de cadenetas, donde hoy es día de fiesta.

Está situada a 2,885 metros sobre el nivel del mar y cuenta con todos los servicios turísticos: restaurantes, hoteles y comunicaciones.


2. Una emoción
siempre dulce e idílica


Cachicadán es trino de mandolina, brillo iridiscente, epifanía.

Rodeado de montañas, amanece y anochece entre sus campos sembrados, aquí y allá, de maíz, trigo, cebada.

¡Y de manzanilla!

Es una combinación de colores verde, dorado, azul y magentas.

Sus plantas medicinales se extienden desde sus cañadas abismales y se elevan hasta la cima de sus montañas tutelares.

En el cerro La Botica que preside su vida se concentra el prodigio de sus variados pisos ecológicos.

Cachicadán es fuerza, eclosión, estallido telúrico; es sutileza de los matices de las flores imprevistas que se encuentran en lo más recóndito de un camino.

¡Es una emoción siempre dulce e idílica!


3. El añil
del cielo cristalino


Cierro los ojos y Cachicadán se me ofrece límpido en algunas imágenes que sobrevivirán a todas las catástrofes y a todos los triunfos.

Sobrevivirán las flores que abundan en sus jardines huertos, que crecen entre las piedras y hasta en las rendijas de los adobes.

Sus panales de mieles son casi inhallables entre las hortensias, geranios y jazmines, si no fuera porque zumban sobre ellas las colonias de abejas que van a entregar rumorosas la bendición de su trabajo y de sus juegos.

Sus alfombras de flores están cubiertas por mariposas de todos los colores y los moscardones ronroneantes que abundan en sus huertos.

El vapor del agua caliente, que recorre al descubierto por sus canales de piedra y musgo, al elevarse cubre de un velo blanco de novia irreal y sugestiva a esta tierra.

Y la entrega al sol que se acuesta por la lejanía. Y nos quedamos aquí entonando endechas con una guitarra, ante el verde de las pencas, magueyes y eucaliptos, como ante el bermejo de lomas, colinas y luego el añil del cielo cristalino.


4. De allí
su nombre


Desde muy niño yo, como todos los escolares de los diferentes centros educativos de la ciudad de Santiago de Chuco, contemplamos hacia la cuenca del río Huaychaca a Cachicadán.

Reluce en la banda de enfrente, como una joya engarzada en el fulgor del alba.

Perla incrustada en los cerros y laderas que suben o bajan de la hondonada y que se ofrece como un idilio de casas entre el verdor de los campos, bosques y sembríos, al lado de otro pueblo igualmente querido como es Santa Cruz de Chuca.

Hasta que un día, cuando apenas podemos caminar por un sendero empinado y pedregoso, se inicia la excursión en la cual ya estamos descendiendo por la cuesta de Sale-si-puedes.

Subirla de regreso será el problema, de allí su nombre.


5. Algún remanso
para aliviarnos


El agobio nos hace cogeremos a los arbustos para impulsarnos hacia arriba a fin de seguir avanzando.

Sufriremos de sed inclemente y de dolor en los pies por lo pedregoso del camino.

Pero esta vez estamos bajando y lo hacemos felices y a la carrera.

Pronto llegamos al río Huaychaca.

Tras extasiarnos en la turbulencia de sus aguas, que se precipitan en chorros impetuosos, buscamos algún remanso para aliviarnos del sudor y la agitación de la bajada.

Nos sumergimos en sus aguas que, recién y sólo aquí, sabemos que descienden de las jalcas y de sus cerros nevados.

Luego nos vestimos apurados a la sombra de sus huertos que abundan en naranjas, guayabas, nísperos.


6. Un guerrero vigilante
en los abismos


Luego de alistarnos, agitados por el apuro, avanzamos a la vera del río.

Allí se ofrece a la contemplación de nuestros ojos el soberbio puente de piedra que cruza de banda a banda el cauce de las aguas turbulentas.

Es un puente de piedra de dos arcos que se elevan airosos sobre el fragor de la corriente que brama humillada e impotente de no ser allí ni ella una privación ni un atajo.

Siempre fue un orgullo para nosotros pensar, en las noches inclementes y recogidos bajo el techo protector de nuestras casas, que aquel puente era un combatiente.

Un guerrero vigilante en los abismos. Y a favor de los caminantes que a esas horas estarían expuestos a la tempestad, al frío y a las tinieblas.

Y, sobre todo, enfrentando a las avalanchas que siniestras se precipitan por los ríos.


7. Nidal
de ensueños


Lo cruzamos reverentes, mirando desde los bordes del puente, paternal y amigo, cómo las aguas se revuelven furiosas allá abajo.

Cóleras tratadas con indulgencia por alguien que las perdona y las mira compasivo desde arriba, ¿quién? ¡el puente!

Luego empezamos la subida de la cuesta a Cachicadán con la ilusión de que a cada vuelta de colina o loma se ofrezca finalmente el pueblo adonde vamos.

Para nuestra ansiedad nunca aparece, hasta que cuando el cansancio nos doblega, de repente se avizora –como en el éxtasis y estupor de quienes buscan la tierra prometida ¡y la encuentran!– las filas de las primeras casas blancas.

Es el barrio de El Rosario, más conocido como El Canto, elevado e íntimo en este nidal de ensueños.


8. Hierba buena,
tomillos y shiraques


Entrar a Cachicadán siempre es una alegría, un regocijo del alma, un motivo de exaltación y ternura.

Respirar el olor de los alcanfores, sus calles invadidas por el humo de la buena comida, la sombra amable de sus tiendas donde –sólo por entrar y estar allí– compramos cucuruchos de arroz, alfajores, o ¡lo que sea!

Contemplar los balcones caobas o azules de sus casonas, las acequias que corren delante de los domicilios.

Y los puentes que se tienden de la calle a las puertas de entrada, creciendo abajo matas de hierba buena, tomillos y shiraques.

Cruzar las tablas y maderas del puente hace del hecho rutinario, cual es entrar a una casa, una prueba de equilibrio, un acontecimiento etéreo, maravilloso e inusitado.


9. Envuelta
en su rebozo


Y luego, por las calles retorcidas y empedradas de la parte alta del barrio San Miguel, subir a ver El Ojo donde brotan las aguas termales.

Aquí aspiramos la fragancia del cerro La Botica que sintetiza el aroma de todas las flores y plantas que curan los males del cuerpo y sanan las heridas del alma.

Como también, en cualquier recodo quedar estremecidos por el rostro hermoso de alguna niña o muchacha, tímida y pudorosa.

Sea que aparezca o desaparezca tras de un pilar, columna o muro de alguna casa.

Sea que permanezca en un patio o un corredor, límpida y misteriosa como una fuente.

Sea viéndola cruzar como un céfiro, ¡envuelta en su rebozo, por la calle arrebolada!


10. Innumerables
bosques de eucaliptos


Una vista panorámica de Cachicadán, situados desde el Campo Santo, denominado Jerusalén, nos permiten ir reconociendo estos hitos:

En la parte alta el Cerro La Botica al pie del cual brotan y fluyen las aguas termales de propiedades minero-medicinales que han convertido al barrio próximo, llamado San Miguel, en el sector de turismo en salud.

Por un flanco del Cerro se ubica el camino que conduce a los restos arqueológicos de Wallío y Sagarbal.

En los contornos destaca la presencia de innumerables bosques de eucaliptos que rodean la ciudad y le brindan el aroma característico que tiene el lugar.

A la derecha hay un mirador natural que es el cerro llamado Alto del Perú, al pie del cual se asienta la campiña de Mocaboda.


11. Al pie
y hacia el centro


Mirando en lontananza y hacia la izquierda es notoria la presencia del cerro El Angla.

Al fondo, se aprecia el majestuoso cerro Ichal, famoso por sus restos arqueológicos, en el cual se ubica el Santuario del dios Catequil.

Al pie y hacia el centro está el conjunto de casas donde, hacia la derecha, se ubica la Plaza Mayor.

A la izquierda el barrio de El Rosario, más conocido como El Canto, donde actualmente se ha erigido El Arco que es el pórtico de ingreso principal a la ciudad.

En la parte baja está el sector donde se ubican los centros educativos de todos los niveles que tiene la localidad.


12. Retornemos
a encontrar consejo


Cachicadán siempre se mira a la distancia envuelto en una especie de neblina dorada y en un aura mágica.

Dulce, lírico, amoroso.

Retornemos a todos estos elementos fundamentales de la vida, a la reserva moral que constituyen nuestras cumbres, fuentes y ríos.

A las nieves eternas, jamás corruptibles, límpidas y de una fuerza inmarcesible siempre inspiradores y, a la vez, compasivos en lo alto de nuestras cordilleras.

Retornemos a encontrar sabiduría y consejo a nuestros apus, huacas y pacarinas, todos ellos protectores, sabios y afectivos en estos tiempos aciagos.


domingo, 15 de noviembre de 2009

INVITACION DE HONOR: 14 de NOVIEMBRE



CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA







SÁBADO 14 NOVIEMBRE

DÍA MUNDIAL
DEL TURISMO
RESPONSABLE



IDENTIDAD
DE LA NACIÓN
CHUCO


PANEL:
RAMÓN NORIEGA

“La divinidad Catequil"


FERNANDO MORENO CORZO
“Cosmovisión Chuco”

LUIS FLORES PRADO

“¿Qué nos dice Markahuamachuco?”

Sábado 14 de noviembre, 7 pm.
Angamos Este 301 - Miraflores.

Ingreso libre
Se agradece su gentil asistencia

PLAN LECTOR,
PLIEGOS
DE LECTURA

¡CATARI
HERMANOS!


Danilo Sánchez Lihón


¡Hermanos,
este es el tiempo del resurgimiento,
del despertar,
desenterrando las huacas dormidas!
Es tiempo
de júbilo, de fiesta y regocijo, porque
nuestros
dioses no se fueron, ni han muerto
ni tampoco
hubieron desaparecido. ¡Están aquí
ya con nosotros.
¡Catari hermanos! Porque Catari es
poder
nuestro e investidura. Es la diadema
en nuestra
frente, en la de todos los que aquí
hemos
nacido, quienes han sufrido mucho,
que solo
ahora toca tener simples victorias,
Catari,
hermanos, es el prudente, el sabio,
el justo;
quien mira a lo lejos y sabe conducir.
De ese modo
se está desenredando ya el ovillo,
se está
extendiendo la madeja de nuestra
identidad
que estaba tan anudada, tan hecha
un amasijo,
tanto que dolía, sangrando cabeza
abajo.
Ovillo de lo que somos, de aquello
que corresponde
que seamos, volviendo incluso a ser
igual
y distintos, imaginándonos con coraje
ser mejores.
Ovillo de nuestra sangre derramada,
del corazón
que nos alienta a vivir eternamente.
Por eso:
¡somos Chucos! ¡Catari hermanos
del alba!

INVITACION DE HONOR: 7 de NOVIEMBRE

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

EN LA SEMANA DE LA FIESTA PATRONAL
DÍA CENTRAL: 9 NOVIEMBRE












CACHICADÁN,
DE MANZANILLA
Y ALCANFORES




TEMA: CACHICADÁN MEMORIA Y ESPERANZA




Av. Angamos Este 301. Miraflores
Sábado 7 de Noviembre, 7 pm




Panelistas:

DR. RAMÓN NORIEGA TORERO




DR. FERNANDO MORENO CORZO




DR. DANILO SANCHEZ LIHON



INGRESO LIBRE

AGRADECEMOS SU GENTIL ASISTENCIA

INVITACION DE HONOR: 4 de NOVIEMBRE




CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

MIÉRCOLES
4 DE NOVIEMBRE


HOMENAJE
A CIRO ALEGRÍA
EN EL CENTENARIO
DE SU NACIMIENTO

CORDILLERA
CIRO
ALEGRÍA


PANEL:

OSWALDO REYNOSO
MANUEL JESÚS ORBEGOZO
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

DELFINA PAREDES
Lectura interpretativa
de “Calixto Garmendia”

Conducción:
MANUEL RUIZ PAREDES

ºººººººººº

MEMORIA Y ESPERANZA
EN EL ANIVERSARIO
DE LA REVOLUCIÓN
DE TÚPAC AMARU


Conducción
ELVIRA FERNÁNDEZ BACA

RAMÓN NORIEGA
Proclama

RICARDO ELÍAS
Declamación del poema
"Canto Coral a Túpac Amaru"
De Alejandro Romualdo

JULIO HUMALA
Haylli de canciones

Miércoles 4 de noviembre, 7 pm.

Instituto Raúl Porras Barrenechea
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Colina 398. Miraflores.

Ingreso libre
Se agradece su gentil asistencia