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lunes, 31 de agosto de 2009

PAGINA ABIERTA I

INLEC DEL PERÚ
Y
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

7 DE SEPTIEMBRE

DÍA DE
LOS DERECHOS
CÍVICOS
DE LA MUJER

PLAN LECTOR
PLIEGOS
DE LECTURA

RAMOS
Y TRENZAS
DE FLORES

Danilo Sánchez Lihón

“Dejarte como herencia
una patria digna y libre”
Manuelcha Prado

1. ¡Juramento
de honor!

– ¡Alto! –gritó al chofer–. ¡Destrozamos este carro, con todos los cachacos que van dentro, si avanza un milímetro más!

Cien mujeres ya se habían tirado en la carretera y algunas tendidas en el suelo, estaban pegadas a las llantas del vehículo.

– ¡Váyanse!

– ¡Regrésense! ¡Fuera de aquí! –Gritaban las mujeres apostadas a los costados de la carretera a la entrada del pueblo de Santiago de Chuco.

– ¡Regrésense por donde han venido! –Dijo tratando de modular bien la voz doña Raquel Aguilar. –Será mejor. ¡No provoquen aquí una matanza! –Ordenó, hablando por la ventanilla hacia dentro del transporte militar.

– ¡Retírense, vamos a pasar! –se oyó al Comandante decir, desde adentro.

– ¡Atrévase y no queda ni uno vivo!

– ¡Váyanse! ¡Retrocedan!

– ¡Retrocedan! ¡Fuera de aquí!

– Si lastiman a las madres que están delante de las llantas recen y despídanse de sus esposas y de sus hijos. ¡Juramento de honor!

– ¡Juramento de honor! –Exclamaron todas.


2. Uno a uno fueron saliendo
entre vítores y aplausos

Una multitud de mujeres al costado de la carretera tenían la llurimpa llena de piedras. En una mano portaban una de ellas y en la otra un grueso garrote.

Así detuvieron al ómnibus repleto de soldados que había venido a reforzar a los policías para llevarse presos a varios maestros, padres de familia y ciudadanos de Santiago de Chuco.

Era tanto el gentío que no pudieron los soldados ni apearse del porta tropas por miedo de que ahí no más los cogieran y los hicieran pedazos

Dudaron solo tres breves minutos sintiendo que pegadas a las llantas estaban los cuerpos vivos y palpitantes de madres e hijas. Y se volvieron, tal y conforme habían venido.

Las mujeres decididas luego que vieron que el carromato desapareció por las alturas de Chollagueda, de regreso tal y como había venido, fueron al puesto policial y exigieron que pusieran en libertad a todos quienes habían sido tomados presos por los últimos sucesos acaecidos en Santiago de Chuco.

Y así ocurrió. Uno a uno fueron saliendo entre vítores y aplausos.


3. La represión
no se hizo esperar

¿Qué había sucedido? Por represalia política habían trasladado al maestro Encarnación Saavedra de Santiago de Chuco al distrito de Cachicadán.

Sabiendo que era un abuso el pueblo se levantó. Y por el prestigio de que gozaba dicho maestro, encomiando su rectitud, los profesores, padres de familia y ciudadanos en general protestaron, capturando la escuela y declarándose en huelga.

La represión no se hizo esperar: cogieron presos a una veintena de personas que lo único que querían es que prime el bien y no la arbitrariedad. Y desde Trujillo se ordenó trasladarlos en calidad de subversivos.

Allí es que se levantaron las mujeres capitaneadas por doña Raquel Aguilar Verau.

Y ahí fue que ellas detuvieron a la entrada del pueblo al transporte que portaba a más de 60 soldados armados.


4. Era también
el primer levantamiento de mujeres

Pero sabiendo que en cualquier momento iban a regresar con peores tretas, doña Raquel y otras mujeres ensillaron acémilas y partieron al galope y de madrugada, habiéndose reunido antes el grupo en la curva de Las Guitarras.

Primero hasta Shorey y después rumbo a Lima.

Allí pidieron entrevista en el Palacio de Gobierno, donde dialogaron con el Presidente de la República, don Augusto B. Leguía, presentándole un memorial con muchas firmas y explicándole en vivo acerca de la verdad de los hechos que estaban ocurriendo en su pueblo.

Esa delegación de mujeres fue la primera de Santiago de Chuco en llegar hasta Palacio de gobierno y traer una orden de restitución para un maestro ejemplar como era don Encarnación Saavedra.

Era también el primer levantamiento de mujeres que ocurría un 25 de abril del año 1937, en Santiago de Chuco.


5. Cuando se defienden
los derechos de uno

La comitiva de mujeres trajo en su retorno de Lima la orden de restitución en su puesto del maestro Encarnación Saavedra, quien al conocerla se trasladó a pie desde Cachicadán adonde había sido trasladado y fue a tomar posesión de su nuevo puesto.

Al llegar, fue recibido con ramos de flores, “La parinón” que es la banda de músicos, y por toda la ciudadanía en Collosgón, donde termina la cuesta de “Salesipuedes” que va y viene de Cachicadán.

El Concejo Provincial de Santiago de Chuco, en 1946, rindió homenaje a la señora Raquel Aguilar Verau con medalla y pergamino de honor, que dice: “Por el cumplimiento de sus deberes maternales” –y ella ostentaba que dijera así: maternales–, como reza el Diploma que ahora luce en su sala.

Alguna vez se le preguntó si se consideraba una mujer líder, luchadora y de avanzada en la defensa de los derechos de la mujer. Ella dijo:

– Cuando se defienden los derechos, cualquiera sea, se defienden los derechos de todos, porque basta que avasallen los derechos de uno para que nos ofendan a todos los seres humanos.


6. Se escuchan gritos
de un tumulto

Esto he recordado ahora cuando he bajado a la Plaza de Armas de Santiago de Chuco, a acompañar al Apóstol Santiago el Mayor en su procesión, hoy día 25 de julio.

Desde la esquina del chorro Pichi Paccha, en la calle alta, se ven los andamios de carrizos de los castillos de fuegos artificiales que se quemarán esta noche.

Y también se divisan las estructuras renegridas de otros que ya se quemaron anoche, Día del Alba de la fiesta, y que por ser tan altos sobresalen sobre los techos rojos.

Habiendo ya pasado la puerta del Convento, con las calles congestionadas de gente, que visten atuendos y lucen aires de fiesta, estando ya casi delante de la comisaría se escuchan gritos de un tumulto.

– ¡Suéltenlo! ¡Suéltenlo!

– ¡Oye! ¡Qué te pasa!


7. Es casi una niña,
con una criatura en la espalda

– ¡Adentro! ¡Hay que meterlo adentro! –gritan los policías.

– ¡Devuélvanme mis llaves! ¡Policías desgraciados!

¿Qué ocurre?

Es un muchacho esmirriado, con atuendo de bayeta, ágil e impetuoso, de cabello ensortijado y abundante, el rostro encendido, apenas un adolescente que lucha con seis policías.

Unos lo empujan de atrás y otros desde adelante. Quieren arrastrarlo hacia la puerta. Pero él mismo se coge de los parantes y allí se atraca.

– ¡Al calabozo! ¡Al calabozo! –Gritan los policías.

– ¡Suéltenlo! ¡Oigan! ¡Suelten a mi marido! –Grita la mujer.

Es casi una niña, con una criatura en la espalda, que arremete deteniendo a los policías y prendiéndose del muchacho para ayudarlo a zafarse de los custodios con uniforme verde.


8. Revolotean por el aire
sus dos trenzas

Por fin logran meterlo y desaparecen por el callejón de la comisaría. Ella queda afuera, atajada por otros policías.

Pero la mujer se suelta, empuja y entra. Y logra, no sé cómo, sacarlo hacia fuera al muchacho, que se defiende que lo apresen con puños y patadas.

– ¡Suelten a mi marido! ¡Oigan! ¡Por qué van a detenerlo! ¡Abusivos!

Pollera roja, blusa verde con bordes blancos y amarillos. Encarnada el rostro por la emoción y la cólera.

Revolotean por el aire sus dos trenzas negras, donde lucen bien sujetas unas flores silvestres.

Otra vez los seis policías lo arrastran al muchacho pero ella como una fiera, alzando los brazos se prende de él y lo rescata, arrastrándolo calle abajo, tropezándose en las piedras.

Los policías se quedan anonadados.


9. ¡No
me voy a callar!

– ¡Desgraciados, devuélvanme mis llaves! –Vocifera el muchacho.

– ¡Ya cállate! ¡Vámonos! –Le grita ella.

Y pocas son sus fuerzas para sostener a su marido que quiere soltarse y arremeter otra vez contra todos los policías que se han quedado inmóviles.

– ¡Afuerinos! ¡Jijunas malnacidos!

Uno de los policías, el más corpulento, se adelanta amenazante, con la vara en alto:

– ¡Vamos todos a cogerlo! –Dice y anima a sus compañeros a seguirlo.

– ¡Devuélvanme mis llaves, cachacos hideputas!

– ¡Ya cállate! –Y ella hecha un revoltijo le tuerce la cabeza para que ya no mire hacia atrás.

– ¡No me voy a callar los abusos! ¡Hideputas!

Y allí corren decididos a castigar al insolente.


10. Así es mi pueblo.
¡Y así es su gente!

– ¡Ya ándate! ¡Llévalo! –grita una mujer con una fuente de mermelada en las manos que se interpone.

– ¡Ayuden! ¡Llévenlo!– grita otra que también se ha interpuesto. Y ahora hay una muralla de mujeres

La mujercita como sea arrastra a su marido. Y lo sigue jalando calle abajo.

Cuando las bombardas en el cielo anuncian que ya está saliendo a la plaza el Patrón Santiago en su anda de oro.

– ¿Cómo se llamará esta mujercita? –Escucho que dice el policía.

– ¡Raquel Aguilar! –le digo.

– ¿Así se llama? –Me mira curioso e incrédulo.

– ¡Claro! ¡Todas las mujeres aquí se llaman Raquel Aguilar! ¿No ha visto cómo las otras les han atajado?


11. ¡Es
la Pacha Mama!

– Y, ¿qué fuerza, no?

– ¡Qué manera de pelear por su compañero! ¡Ya quisiera que alguna vez alguien me hubiera defendido de ese modo!

– Así es mi pueblo, Santiago de Chuco. –Le digo yo. ¡Y así es su gente!

– ¿Y qué significa afuerino, señor?

– De afuera.

– Y, ¿las otras palabras?

– Las otras palabras creo que ustedes las entienden.

– Y, ¡qué manera de hablar tiene aquí la gente!

– ¡Por algo, de aquí surgió también César Vallejo, señor!

– ¡Y son del campo!

– Precisamente, es por eso. ¡Es la Pacha Mama!, de ella deviene toda virtud y toda sabiduría, señor.




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31 de Agosto:DIA INTERNACIONAL DE LA SOLIDARIDAD
INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA


INLEC DEL PERÚ
Y
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA




DÍA
INTERNACIONAL
DE LA
SOLIDARIDAD



POETA
DE LA SOLIDARIDAD
ES CÉSAR VALLEJO


Danilo Sánchez Lihón

El artista que sólo toca a las muchedumbres,
se acusa de inferior;
el que toca solamente a las “elites”
se acusa excelente;
el que toca a las muchedumbres y “elites”
se acusa genial.
César Vallejo


1. Un descomunal
himno a la vida


Hay múltiples aspectos en los cuales César Vallejo es un ejemplo de artista, de hombre y paradigma egregio del género humano.

Quiero recoger aquí solo un contenido de su majestuosa personalidad cual es su adhesión, su militancia, su solidaridad con la condición humana.

Porque la grandeza de una persona es hacerse padre, protector y más aún: progenitor de la humanidad. Es decir, quien gesta, y más aún quien la hace parir mundos nuevos, como él lo hizo.

Es la autenticidad para asumir el mundo, solidarizarse con lo más sensible que hay en él: los pobres, los débiles, los marginados, los golpeados, los indígenas, los indigentes. Y César Vallejo murió por solidarizarse y consustanciarse con ellos, hasta el punto de hacerse uno más de sus huestes.

Reside la grandeza de un hombre en su capacidad para recoger experiencias del mundo y proyectarlas en un horizonte de valores en una nueva dimensión, como él lo hizo.

Y en hacer que muchos seres humanos rediman su vida reconociendo que así como por el bien individual hay que luchar por el bien colectivo.

La vida y obra de César Vallejo es un coloquio con el ser más íntimo pero también proyectado hacia el hombre hecho colectividad, configurando pueblo y asumiendo su compromiso como humanidad.


2. Exploró hasta el fondo
las raíces del dolor


Es una dilucidación con el hombre en su condición de especie.

Es la comunión con la humanidad dolida y representada en el hombre que sufre.

Y César Vallejo sufrió, no por incapacidad sino por sobrehumana capacidad para hacerse solidario con los demás, que para él no son otros, sino hermanos.

Y murió por una guerra que ocurría a mil doscientos sesenta kilómetros de distancia, como fue la Guerra Civil Española, estando él en París.

¿Pero acaso murió por incapacidad acerca de resolver problemas? ¡No! Él se echaba los problemas del mundo a sus espaldas.

Cantó el responso al dolor humano, ¿acaso por su incapacidad para ser feliz? ¡No!

Sufrió de hambre y frío, ¿pero acaso por falta de dones para proveerse de recursos? ¡No!

Sufrió el no tener un techo dónde dormir, ¿acaso por desidia? ¡No!


3. Igual que Cristo
pero sin un padre que lo auxilie


César Vallejo todo lo asumió por solidaridad humana.

Él se erige como la boca del ser de la humanidad integral, como el cuerpo integral y como el alma integral.

Es la voz que interroga y que también blasfema, porque en él todo repercute hombre.

Todo él lo mide con la esencia del hombre, no con la de Dios como entelequia.

Con Dios más bien se enfrenta para reprocharle tanto abandono y tanta desolación, a quien adivina como alguien que también sufre por su creación:

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Es de los alzados reclamándole a Dios acerca de su creación. Él es el réprobo por defender y solidarizarse con el hombre.

Por él habla el hombre impertérrito en su soledad como habla la humanidad congregada, militante, multánime.

Vallejo exploró hasta el fondo las raíces del dolor. Más al fondo de donde puede ser posible, o donde pueda verse y hasta, si se quiere, imaginarse o presentirse, igual que Cristo pero sin un padre que lo auxilie y de él se apiade.


4. Infinita redención humana
y colectiva

Los Poemas humanos son fruto de las entrañas más hondas y viscerales del sufrimiento a que puede llegar el ser, por solidaridad, no por incapacidad personal.

Son poemas cribados en las brazas ardientes del peor de los sufrimientos, solo que en este caso aquel que tiene razón y conciencia de ser, pero sin un Dios seguro que lo ampare

Y, siendo “España aparta de mí este cáliz” la cumbre más alta de la poesía de todos los tiempos, ¿cómo lo hizo?

Lo hizo sin tener trabajo del cual sustentarse. Sin tener los medios para comer. Sin tener siquiera una piedra ya no en qué recostar su cabeza sino en que sentarse.

Su gigantesca aventura humana, la de ganarle al dolor, la de entresacar algunos diamantes del sufrimiento y hasta de la muerte, es majestuosa como proeza de la humanidad en su conjunto.

Porque erige sobre el abismo unas claves redentoras de la condición humana. Todo ello sólo alentado por el desvelo acerca de cómo solidarizarse con el destino del hombre, de la humanidad y de su existencia.

De allí que los “Poemas humanos” y “España, aparta de mí este cáliz” sean nuevas Sagradas Escrituras, a la altura y al nivel de los profetas bíblicos, dado que todo lo transforma en infinita redención humana y colectiva.


5. El Evangelio
Vallejo

El evangelio Vallejo expuesto más explícitamente en el sermón de la batalla, que es el poema “Masa”, preconiza en síntesis de que ni un solo ser se salva si es que no se salvan todos.

Que hasta el criminal no es culpable de nada, que no debe haber ni un solo Judas, ningún réprobo ni condenado al Infierno o al Purgatorio.

Elimina y abole el Infierno y el Purgatorio, por no ser lícitos y legítimos juzgados desde la condición humana.

Glorifica que la muerte desaparecerá porque todos los hombres de la tierra se juntan, y al unísono, hacemos escuchar nuestro clamor no a Dios sino al hombre que se está muriendo.

Entonces la muerte despierta de su letargo, ha de levantarse de su postración y ha de abrazarse, ¡ella misma viva!, al primer hombre, emocionada, emocionada sí, por haber sido salvada con nuestra unión inquebrantable.

Predica el Evangelio Vallejo que hasta el cielo tiene que volverse un hombrecito. Que él tiene que venir hacia nosotros y no ir nosotros hacia él.

Que el cielo tiene que ser bueno y la muestra que haga es que debe solidarizarse con el hombre. Y no que el hombre tiene que hacerse merecedor del cielo.

Y que el hermano obrero y el hermano campesino, redentores y salvadores nuestros, que ellos se apiaden y perdonen nuestras deudas.

Un ser así solo pudo gestarse en una cultura solidaria como es aquella que se forjó aquí y que hizo de la solidaridad una política de Estado y un orden social como fue el Tahuantinsuyo de los Incas.


6. El día que
desayunemos todos

Por eso, César Vallejo no solamente es el poeta que cristalizó una obra genial, quien hizo que la lengua humana dijera del hombre algo para lo cual los idiomas no estaban preparados, quien expresó en poesía verdades supremas jamás presentidas, sino que es el perfil del hombre cabal y absoluto por solidario.

Aquél cuya vida es un camino y una moral a seguir, por ser una entrega generosa a las grandes causas humanas

Considerarlo así es ser fieles al sufrimiento que él asumió, no gratuitamente, sino como una toma de posición coherente frente al mundo, ante la raza que él sintetiza y representa y ante la historia que él, finalmente, abarca y redime.

Optó por la poesía reconociéndola como un arma de lucha, la misma que fue asumida por él como un ejercicio de virtud y una marca de justicia, como una ética de la vida y como una actitud de la máxima responsabilidad social.

La asumió como un compromiso y una acción de servicio a su prójimo. De allí que él sea el poeta símbolo, paradigma y modelo de hombre. Y la expresión máxima de la solidaridad como valor humano tangible, actuante y proyectivo.

Porque concentra el sufrimiento pero al mismo tiempo el valor, la intrepidez y la esperanza para cumplir aquel anhelo de:

Y cuándo nos veremos con los demás, al borde
de una mañana eterna, desayunados todos!


7. Cuando marcha a matar
con su agonía

Su poesía es acto, lucha, definición. Es la expresión máxima de solidaridad.

Sus palabras son armas, soldados, militantes; que animan, entusiasman, se arrojan.

Son gritos, estallidos, metáforas de fuego, que claman, exhortan, explosionan, pero desde el humus y la arcilla que somos y desde el hálito de que estamos hechos.

Discutió arduamente, y consigo mismo, acerca de la función del escritor, del arte y de la palabra.

Debate no sólo teórico sino que él hace vivencial cuando, en el “Himno a los voluntarios de la República,” escribe:

Voluntario de España, miliciano
de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón,
cuando marcha a matar con su agonía
mundial, no sé verdaderamente
qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo,
lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
a mi pecho que acabe, al bien, que venga,
y quiero desgraciarme;
descúbrome la frente impersonal hasta tocar
el vaso de la sangre...


8. Una cultura
al servicio del hombre

Igual de iluminadora y radical es su posición en el discurso que pronunciara con ocasión del Segundo Congreso Internacional de Escritores en Madrid, apoyando la causa de la República Española, cuando dice:

“... hemos sabido cómo el 5º regimiento había salvado los tesoros artísticos encontrados en el palacio del Duque de Alba, y los había salvado al precio de algunas vidas... nosotros queríamos digo, que en esta contingencia trágica del pueblo español y el mundo entero, los museos, los personajes que figuran en los cuadros, hayan recibido tal soplo de vitalidad que se conviertan también en soldados en beneficio de la humanidad”.

Anheló una cultura viva, una cultura al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la cultura.

Él quiso que una escultura, como los seres representados en los cuadros, defienda al hombre en contingencias amargas y atroces como fue la Guerra Civil Española.

Y no una “cultura” para la cual el hombre tuviera que sacrificar su vida, para defender las obras de arte, los cuadros o las piezas de museo. ¿Quién podría discutir una toma de posición verdadera como ésta?


9. La hazaña
del hombre y la vida

Esta es una perspectiva opuesta a aquella que mitifica el arte y se olvida del hombre, que sacraliza los objetos y depone la realidad cotidiana. De allí que Vallejo tenga valor, porque nos devuelve constantemente a las circunstancias, al padre, al hermano y al hijo que somos.

Su poesía son esos combatientes que él reclama para defender la vida, son esos soldados, guerreros y militantes, que se levantan para exaltar emocionados la hazaña del hombre y la vida en el mundo.

Por eso, al referirme a esta agonía,
aléjome de mí gritando fuerte:
¡Abajo mi cadáver!... Y sollozo.

Un ejemplo de todo ello es su propia poesía, que estuvo al lado de los soldados del Ejército del Este – Guerra de la Independencia, en las trincheras mismas del río Ebro, junto a los milicianos del 5º Regimiento, en Cataluña.

Fueron ellos mismos quienes fabricaron el papel, que no lo tenían, en momentos en que cada minuto es un tesoro para salvar la vida y obtener la victoria.


10. El libro
cayó luchando

Y lo hicieron juntando sus vendajes, sus camisas desflecadas, los algodones de sus heridas, las fotografías de sus amadas y de sus hijos.

Para luego moler el amasijo, orearlo al viento de las batallas haciendo el papel e imprimiendo el libro al fragor de las bombas y la metralla; salpicado de lodo y sangre, como de esperanza y verdad.

Todos sudamos, el hombligo a cuestas,
también sudaba de tristeza el muerto
y un libro, yo lo vi sentidamente,
un libro, atrás un libro, arriba un libro
retoño del cadáver ex abrupto.

Ese libro estuvo al lado de ellos, cual si fuera un miliciano, tal y cual si cargara con ellos las bombas de un cañón y disparara.

Y el libro, al igual que los soldados, cayó luchando, salvándose apenas dos ejemplares que fueron guardados por los monjes quienes al amanecer, recogieron víctimas y despojos del campo de batalla.

Esos volúmenes fueron ubicados sin clasificar en la biblioteca del Monasterio de Nuestra Señora de Monserrate.


11. Es la más rotunda
confianza en el hermano

Ningún elogio, ningún premio, ningún grado honorífico, ni estudio consagratorio, pueden valer tanto para un autor, un libro o para la poesía misma, como aquel hecho por su dimensión de vida, de verdad y de heroísmo.

Haber sido un libro editado en la trinchera de una guerra, al fragor de una batalla y haber corrido la suerte de cada hombre, muriendo o viviendo, enhiesto hasta el tope en su consagración a sus convicciones e ideales.

Pero, si sólo fuera eso su mérito no sería absoluto, sino que cesados los bombardeos y pasada la contienda se lo sienta otra vez y siempre un libro verdad, para lo excelso de la poesía como para la vida cotidiana, común y corriente; es decir que tenga un valor para lo temporal como también para lo intemporal.

Y es qué España aparta de mí este cáliz, es un descomunal himno a la vida, asumiendo todo el horror de la guerra y de la infamia.

Es la más rotunda confianza en el hermano y, a la vez, la más tenebrosa soledad, hasta el punto de hacernos tiritar de frío o encendernos con el ardor más sublime.


12. Con toda su plena
y poderosa humanidad

Es la mayor esperanza –en su estado límite y vital– como es a la vez la incertidumbre más absoluta en el destino del hombre.

Es la visión de la vida más pura y fraterna, pero teniendo ante sí las horrísonas fuerzas del mal y de la muerte.

Es el rayo que no cesa, iluminando lo tenebroso de la noche y la condición sufriente del hombre y a la vez la aurora y el amanecer más radiante:

¡Constructores
agrícolas, civiles y guerreros,
de la activa, hormigueante eternidad: estaba escrito
que vosotros haríais la luz, entornando
con la muerte vuestros ojos;

Nadie, como César Vallejo, estuvo luchando por la España Republicana con el corazón en la mano, en cada frente de guerra, en cada segundo en que se arriesgaba la vida, al pie de cada cañón mudo o que atronara.

Despedazado por cada bomba que explotaba y atravesado por cada esquirla que se expandía; delirante, íntegro, con toda su plena y poderosa humanidad.


13. Flechas hacia
un mundo nuevo

Nadie como él para haber asumido cada gota de sangre que se derramara en un himno total y pleno de humanidad.

Con el poder incandescente de la palabra al rojo vivo, con cada letra convertida en fuego puro, como la lava de un volcán que erupcionara.

Él junta toda esa energía desatada por el antropoide que somos, en trance de hacer parir a la historia, para legarnos un mensaje de amor, de solidaridad, de fraternidad y de redención universal del hombre sobre la faz de la tierra.

que, a la caída cruel de vuestras bocas,
vendrá en siete bandejas la abundancia, todo
en el mundo será de oro súbito
y el oro,
fabulosos mendigos de vuestra propia secreción de sangre,
y el oro mismo será entonces de oro!

César Vallejo es el inicio de una verdad que no acaba, es el inicio de una aventura humana nueva, es una voz que apunta hacia un universo aún inextricable. En su poesía hay claves, llaves, signos, flechas hacia un mundo nuevo. Es el principio de una certeza que aún se inicia e intuyo que jamás acaba.


14. Subamos
a los Andes

Y así como hemos evocado en diferentes oportunidades al labriego, como también a la parva de trigo, de avena o de cebada; y al viento y al fruto; así también, evocamos a Jesús de Nazareth.

Y junto a él a César Vallejo de Santiago de Chuco, unidos ambos por una vida llena de significados profundos:

Nacieron en hogares humildes.

Ambos son martirizados hasta el día de hoy.

Escogieron sacrificarse en la cruz de la pobreza y de la expiación.

Murieron jóvenes, y ambos son grandiosos y extraordinarios redentores, a partir de quienes ha de construirse un mundo nuevo de amor y fraternidad universales.

De allí que proclamemos que con el laurel, la palma y el arma de la poesía, hecha verdad redentora, subamos a los Andes los trabajadores del arte y la literatura para que a partir de allí hagamos la revolución poética y humana que César Vallejo nos señala.

Y lo hagamos con el contingente y el ejemplo de quienes dieron su vida por el hombre, también de quienes liberaron a la América de sus cadenas.


15. La invencible
esperanza

Y proclamar, a propósito de César Vallejo, una literatura y un arte del verdadero Perú.

No la expresión apátrida de los que están apoltronados en todos los lugares desde los cuales medran, contaminan, mienten y especulan hasta con la vida.

Y encontremos ese país prístino, níveo y candoroso de los pueblos humildes pero grandes.

Y hacerlo creando una nueva cultura, un orden nuevo en donde no se instalen en el trono los impostores y los descastados de siempre.

Donde a la cabeza e izando banderas estén los legítimos hijos del Perú glorioso y eterno, como es César Vallejo.

Y esto como la única herencia digna que podemos y debemos dejar a nuestros hijos, a nuestros nietos y para la eternidad.

Y si la esperanza cae –digo, es un decir– hagamos realidad cuanto antes nuestro lema, que será fuego invencible: “Vallejianos del mundo, ¡uníos!”.





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AULA CAPULI

CELEBRACIÓN
DÍA
MUNDIAL
DEL FOLCLORE

22 DE AGOSTO 6 pm.


Club Lambayeque
Av. del Ejército 977. Miraflores

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ALA CON ALA

Danilo Sánchez Lihón

1. Veremos
si acompasan


Los maestros integrantes de la orquesta de cuerdas empezaron a llegar a la sala de mi casa cuando fui llamado por mi padre para tocar la batería. Los instrumentos hace días que se afinaban y los ensayos se habían hecho continuos para una velada literario-musical organizada por los planteles educativos.

– Esta noche va a venir el hacendado de Tulpo, –informó.

Habíamos interpretado ya algunas piezas cuando llegó un señor alto y jovial, de ademanes desenvueltos y de barba y bigotes castaños, de hablar fuerte y risueño.

Saludó a mi padre con cariño y a todos les tendió la mano, poniendo sobre la mesa una botella de pisco "del bueno", "para abrigarnos", dijo con una amplia sonrisa.

Junto a él habían ingresado dos niñas, casi señoritas, que permanecieron de pie y a quienes yo nunca había visto antes. Tenían un aire secretamente altivo, de rasgos hermosos por la firmeza de sus gestos y lo profundo de sus ojos.

Mientras el hacendado ya en su asiento reía y servía, alargando sus rodillas y estirando sus brazos, expresó:

– Estas son mis hijas, don Pascual. Veremos si acompasan en el baile.


2. Vírgenes
del Sol


Tenían ambas un gran parecido, pero la mayor poseía una belleza acaramelada, ojos vivaces y rasgos muy definidos. La menor de grandes ojos negros y el color capulí en su rostro era de un brillo tornasolado.

Después de los brindis, mi padre dirigiendo una mirada a la orquesta indicó:

– Vírgenes del Sol.

Marcando el compás con un leve movimiento de cabeza y hundiendo luego su brazo para levantar el arco del violín, dio la orden de empezar.

Unos bordones profundos de guitarra, de mandolinas y violines resonaron en la sala. Yo, con el bombo, seguí los acordes del fox incaico que como una crepitación de latidos descendía hasta los abismos y luego se elevaba hasta los picachos más empinados.

Las dos muchachas salieron hacia adelante, haciendo primero una honda inflexión y luego siguieron la danza con un compás libre y ungido a la vez, con una actitud agraciada y ceremonial; con una faja de arco iris que cogían con una mano, y en la otra un pañuelo que agitaban en el aire.

Ambas tenían faldas negras con flecos de colores cosidos a los bordes. Sus pantorrillas, al hacer los giros, se veían límpidas y perfectas.

Era tan hermoso el ritual, los pasos, los movimientos de sus brazos y el revuelo de sus faldas, que del padre las miraba orgulloso, y alzando su vaso en silencio brindó con los maestros-músicos que seguían la escena, sorprendidos, fascinados, arrancando de sus instrumentos notas que yo jamás había escuchado antes.


3. Como vicuñas que erguidas
otean el horizonte


A mi padre muy pocos hechos y asuntos llegaban a satisfacerle plenamente y, cuando algo le conmovía, abstraía su mirada hacia el cielo raso de la sala, sin dejar de tocar y sin decir una sola palabra.

Pero yo le conocía bien cuando algo le hacía gozar muy en lo recóndito de su alma: se le acentuaba un haz de arruguitas en torno a las sienes que eran para mí su sonrisa íntima, señal de que ocurría algo extraordinario dentro de él.

En dichos momentos la mirada se le iba a las nubes, como si estuviese en un espacio y en un tiempo inalcanzables.

Esta vez cuando terminó la pieza hubo un silencio de arrobamiento.

– Bailan precioso las niñas, –se atrevió a decir don Panchito Miñano rompiendo el encantamiento.

– Nunca había sentido tan bella esta danza –acotó, con la dulzura en sus ojos, y visiblemente entusiasmado, don Luchito Donet, que abrazaba su mandolina.

Mientras los maestros se servían y afinaban otra vez sus mandolinas y guitarras, las dos hermanas habían tomado asiento con los rostros arrebolados y siempre con el embrujo de sus ojos de ensueño mirando a lo alto.

Era hermosa la altivez de ambas, como vicuñas que erguidas otean el horizonte desde las cumbres intactas.


4. Flores que penden
sobre los abismos


– ¡La Pampa y la Puna!

Dijo con énfasis mi padre. Noté en su voz una inusitada agitación rara dentro de su talante calmado y severo. ¡Tan inusitado era que dejara trasparentar una emoción!

Nuevamente los instrumentos arremetieron con fuerza, pero esta vez con una cadencia y profundidad que oprimía el pecho. Desde la batería yo comprendí que todos éramos arrollados por las aguas de un río turbulento y recóndito, por un destino solemne e inextricable.

Otra vez las hermanas avanzaron al centro, bailando con un compás de mujeres que afrontan su designio; enlazándose y separándose con el ritmo de sus pasos, envolviendo la faja en sus cinturas, colgándola levemente en sus extremos de sus hombros, juntando con ella sus caderas y dando ágiles vueltas como si sortearan peligrosos remolinos. Dos flores y espigas de luces y colores primorosos pendiendo sobre los abismos.

– ¡Maravilloso! –musitó esta vez don Julio Geldres distendiendo su gesto adusto y a quien hasta ahora nunca lo había oído decir "ésta boca es mía".

– ¡Viva el Perú, carajo! –se exaltó con toda justeza el hacendado–. ¡Es grandioso nuestro pueblo! ¡Es único! –volteó a decirme convencido.

A mi padre se le habían puesto los ojos como unos manantiales. Cuando paró la música, al recibir su copa, la levantó verticalmente y vació el licor directo a su garganta haciendo un ruido áspero y pleno.

Nunca lo había visto hacer eso. Pasó el puño por los labios mientras ordenó:

– India Bella.


6. ¿De qué oquedades afloraba
esa gracia y genio bravío?


Trinaron las mandolinas. Se hicieron elevaciones y descensos en el diapasón las guitarras. Los dedos vibraron en las cuerdas de los violines, ¡y yo atroné en el redoblante y en los platillos!

Yo me había puesto casi de pie para golpear el pedal del bombo, tamborilear con las baquetas y hasta con los dedos de mis manos en el redoblante. Golpeaba la madera de los aros de la tarola hasta con los codos. Y con el envés de las baquetas los platillos extrayendo sonidos ora de clarines ora susurrantes. Definitivamente estaba loco y hechizado.

La faja ahora era de mil colores y las hermanas la cogían en lo alto con las dos manos. Se empinaban alzándola más arriba de sus cabezas. Ora daban saltos en fuga, ora eran lentos y maternales; a ratos con la cabeza erguida, a ratos profundamente inclinadas hacia sus senos y vientre.

¿De qué oquedades afloraba esa gracia y ese genio bravío? ¿Cómo era posible que surgiera repentina tanta belleza y absolutamente perfecta?

Recuerdo allí haber mirado tan hondo a la vida, sentido su pulso y su talle; esos rostros de almendra como frutos supremos de nuestros árboles, de nuestros campos y de nuestras peñas. ¿Cómo es que habían brotado? Y al fondo, detrás, al infinito, era el cielo que volvía a crearse en una conflagración de ventarrones, truenos y arcos iris.

– ¿Es su hijo, don Pascual? ¡Qué bien marca el compás y hace maravillas con la batería este chico! ¡Es de oro puro, oiga usted!

Eso dijo el hacendado con un talante cordial y transparente, mirándome orgulloso.

Fue es ese instante que sentí como un fulminante esos ojos negros y lentos de la hija menor, que atravesaban mi pobre corazón totalmente inerme, desprevenido e ignorante de que pudieran haber relámpagos más intensos y enceguecedores que los que caían en las tempestades de febrero y marzo.

– ¡El Cóndor Pasa!

Clamó literalmente, esta vez sí ostensiblemente obsesionado, mi padre.


6. Una torcaza envuelta
en miles de colores


Todos los instrumentos juntos se elevaron como un viento impetuoso, y ellas entonces sólo fueron alas y pañuelos en el firmamento, más allá de las paredes estremecidas de la sala de mi casa y más allá del cielo infinito.

Yo pude morir en ese vendaval, porque se perdió la tierra bajo mis pies. Todo se volvió eternidad y el instante se convirtió en una torcaza envuelta en miles de colores, que baila rozando sus alas con mis alas, sus latidos fundiéndose con mis latidos, su destino con mi destino, en el espacio infinito y en el instante crucial.

Cuando terminó la música estábamos exhaustos. Un silencio imponente nos embargaba, pasmado más aún por el estallido de los instrumentos que había cesado tajantemente.

Solo los rostros de las hermanas permanecían fulgurantes y diáfanos.

Y los ojos de la menor detenidos para siempre dentro de mis ojos como si hubiera un misterio que me perteneciera desde el principio y el final del tiempo.

Los maestros tenían aún la mirada arrobada y húmeda de emoción cuando alzando nuevamente las copas el hacendado dijo gravemente:

– ¡Brindemos!... ¡Por el Perú!

– ¡Por el Perú eterno! –dijeron todos a una voz.

Terminados los saludos de despedida, el padre y sus hijas, que se echaron unos pañolones a sus hombros, salieron al frío, a la oscuridad de la calle empedrada y la bóveda sideral.


7. Me sorprendía
encontrarme vivo


Esa noche al irme a dormir, me sorprendía encontrarme vivo. Me laceraba tanta felicidad. Sentía ser dueño de algo inconmensurable que jamás había soñado ni imaginado que existiera en el mundo. Era una emoción profunda, mezcla de hondo dolor y de un gozo sin límites.

Aún oía en mis tímpanos los sonidos agudos de los violines y el ritmo de esos pasos como cruzando precipicios. Como si la ternura se atreviera a retar y vencer lo aciago de la vida, del destino y de la muerte.

Al día siguiente miré largamente los balcones de recios balaustres de la casa grande y vetusta que tenía la hacienda de Tulpo en Santiago. Varias veces pasé delante de sus ventanales y cuando me decidía a regresar, al voltear la esquina y alzar la mirada, en uno de ellos encontré esos ojos negros en ese rostro encantado.

Era ella, envuelta en un pañolón oscuro que hacían su frente y sus mejillas más encendidas todavía, con un mechón de su cabello que caía hacia un costado.

– ¡Hola! –dije, ahogándome.

– ¡Hola! –contestó sonriente. Y después de unos segundos interminables preguntó–. ¿Cómo estás?

– Bien. ¿Siempre vienes a Santiago?

– Siempre. Pero mañana ya nos vamos.

– ¿Y regresan?

– Ya no. Pero a mí me da pena.

Hay instantes en que el ave venturosa del destino aletea sobre nuestras cabezas, pero no tiene dónde posarte, porque debajo hay un torrente incontenible que todo lo envuelve y sepulta.

Pero sobre ellos se erigen instantes que son una eternidad, de una lentitud inacabable en la tarde silente y lluviosa. ¿Qué ocurrió?


8. Sus ojos eran mi largo
e inabarcable camino


Esa noche hasta altas horas de la madrugada estuvo encendida mi lámpara. Yo escribí una carta de amor ferviente y exaltado. Cada detalle que veía o sonido que escuchaba a esa hora, era nítido y sublime. Tenía ganas de despertar y abrazar a todos, de ser bueno y generoso con la crisálida que a esa hora se posó en el vidrio de mi ventana, con la herida en la pared que dejaba ver el adobe carcomido, con el gusano que horadaba la madera de la mesa donde escribía, con las estrellas de la noche hacia donde me asomaba tratando de entender algo de la inmensidad del universo.

Había vislumbrado lo bello y lo cierto. Sus ojos eran mi largo e inabarcable camino. Su rebozo y su falda eran mi abrigo bienhechor y mi defensa perfecta.

El día siguiente era sábado y a mediodía salimos del colegio por la calle del campanario y nos detuvimos un grupo de amigos a conversar en una esquina de la Plaza de Armas.

– ¡Mira, es la camioneta del hacendado de Tulpo! –dijo Octavio.

Disimulé como pude mi sobresalto.

– Está viajando con sus hijas a Estados Unidos, –acotó Tito.

El vehículo se detuvo frente al correo. Bajó el hacendado y con pasos largos entró a la oficina.

¡Luego bajó ella y avanzó a la vereda que contornea la plaza! Y, pronto, la siguió la hermana mayor.

– ¡Mira!¡Qué bonitas son! –dijo Isidro embelesado.

– Parecen vicuñas, –acotó tímidamente César.

Vestían casacas y faldas ceñidas y unos pañuelos de colores intensos se mecían en sus cuellos.

Pronto volvió el padre introduciendo en sus bolsillos unos papeles. Arrancó el motor de la camioneta y antes que ella entrara por última vez el relámpago atroz y lento de esos ojos negros se eternizaron para siempre en mis ojos.

– ¡Oye, has visto cómo ha mirado hacia aquí esa chiquilla!

Yo me despedí casi sin hablar, por el nudo que me oprimía la garganta.


9. Es siempre un raro misterio
el único camino que seguimos

Al subir hacia mi casa avanzando por la esquina del Convento me encontré con Alberto quien me pidió que le escribiera una carta de amor para Estela, de quien estaba enamorado.

– ¿Y, por qué crees que yo podré escribirla? –interrogué abstraído y aún mirando las aguas feroces y turbulentas de ese río que es el destino.

– Porque eres poeta pues.

– Mira –le dije para que no siguiera hablando¬–, aquí está.

– ¡Ya ves! –Y, asombrado preguntó– Y, ¿desde cuándo la tenías escrita?

No le respondí por los manantiales prontos a desbordar en que se habían convertido mis ojos

Días después me habló:

– Gracias hermanito. Tu carta fue decisiva y la convenció. Pero primero me preguntó si yo la había escrito y le dije: ¿Y quién más puede sentir tanto amor y cariño como yo hacia ti? ¡Bueno!, me dijo, si tu cariño es así entonces te acepto. Ahí sentí que el cielo se me abría grande y luminoso y mi pensamiento corrió hacia a ti para agradecerte por haberme escrito esa carta.

Alberto y Estela con el tiempo se casaron en Santiago de Chuco y formaron un lindo hogar. Me hicieron padrino de su primer hijo y ella me comentó un día:

– Alberto también escribe. ¡Si fue con una carta que conservo cómo él me conquistó!

Ella no sabe que esa carta debe guardar aún el calor del bolsillo de mi pecho, donde la tuve guardada, y debe palpitar en ella todo el temblor de mis latidos.


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12 DE AGOSTO - DIA INTERNACIONAL DE LOS JOVENES

INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA.INLEC DEL PERÚ Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA





JÓVENES A LA OBRA

Danilo Sánchez Lihón


1. ¡Buenos robles!

Me dicen que los jóvenes ya no aman sino vacilan. Que no son ya quienes traban quereres entrañables sino amor al paso, cual es: usar y desechar.
Y yo digo que no.
Que eso ocurrirá en jóvenes que no pertenecen a una cultura como la nuestra: con fondo, lastre y arraigo. Cultura densa, contundente y acrisolada, con ancestro, prosapia y raigambre, con un rumor profundo.
Que si es cierto eso, que hay jóvenes así y que viven entre nosotros, serán en verdad bien pocos.
Porque los jóvenes auténticos de mi comunidad yo los veo rectos, ecuánimes y briosos. Firmes y tajantes, vigorosos y límpidos. ¡Buenos robles!

2. Limpidez para afrontar los hechos

Me dicen que los jóvenes ahora eligen todo lo que es superfluo y frívolo. Y viven en el frenesí inconsciente de las discotecas.
Y yo digo que no.
Que esos serán los jóvenes de los países opulentos, que viven de la usura de una deuda que pagan nuestros pueblos y que nos cobran de modo implacable. Deuda inmoral que a nosotros no nos consta, ni que jamás hemos usado para el bien.
Por eso sus jóvenes no tienen limpidez para afrontar los hechos de la realidad con honestidad y transparencia. Que como no sufren ni le toman el peso a la situación son débiles, ligeros, a quienes bate cualquier soplo del viento.
Porque a los jóvenes de mi vecindario yo los veo poner el hombro en todo. Ayudar a sus padres en el mantenimiento del hogar. Estudiar desvelados y trabajar a brazo partido, trasladarse de un lugar a otro. Aquí se labora, aunque sea en forma rústica


3. Belleza, identidady altruismo

Me advierten que a los jóvenes ya no les interesa la cultura, ni el arte, ni nada que sea espíritu. Huyen de algo que les huela a conocimiento o sabiduría.
Y yo digo que no.
Que esos serán los jóvenes de las clases que miran el país como su botín. Aquellos de las prebendas y canonjías. Serán los hijos de los ricos que están buscando siempre ganancias y fondos mal habidos.
Que si hay alguien así por aquí es porque lo copia de la tele que viene de otros países, que difunden modelos que a ellos les conviene para seguir nosotros sojuzgados. Y entonces emiten patrones de comportamiento que nos mantengan siempre sumisos y como sociedad de consumo.
Pero los jóvenes que conozco son serios, enterizos e íntegros. Que vibran ante cualquier manifestación de belleza, de identidad y altruismo, de la construcción de mejores condiciones de vida para su familia y para toda la comunidad donde viven.


4. Puñosen alto

Me dicen que a los jóvenes solo les interesa lo fácil, lo cómodo, lo que está a la mano; inmediato y rentable.
Y yo digo que no.
Que esos jóvenes no sé quiénes son. Serán hijos a quienes no los han criado ni sus madres ni sus padres.
Que fueron amamantados por las pantallas de la televisión y después por las computadoras.
Que son hechura de los videos-juegos, o de las mangas japoneses.
O quizás de algunas institutrices indolentes, porque sus padres sanguíneos prefirieron sus fiestas, o sus viajes de placer o las frivolidades, que todo lo es cuanto por ello abandonamos el cuidado de nuestros propios hijos.
Pero los jóvenes de los pueblos entrañables que yo conozco son gente esforzada y cabal, de puños en alto, que sabe lo que es virtud, lo que es bondad y lo que es coraje.


5. Obsesionados por indagar en los grandes misterios

Me dicen que a los jóvenes les interesa ahora sólo la risotada, la chacota y el palmoteo insulso ante cualquier manifestación insulsa, barata y hasta sórdida.
Y yo digo que no.
Lo sé porque voy con ellos a las excursiones. Vamos juntos a paseos. Porque soy su profesor. Y, al contrario, digo que son austeros, eso sí un poco tímidos –¿quién no?– pero para nada complacientes con la chabacanería.
A los jóvenes de mi comunidad les interesan las grandes preguntas.
Están obsesionados por indagar en los grandes misterios del alma, de la vida y del cosmos.
Que tienen interesantes propuestas. Que están inquietos por corregir los males que se han enseñoreado sobre el mundo. Que espero de ellos grandes definiciones para el bien de nuestras sociedades.


6. Pero definamos ¿quiénes son jóvenes?

Eso es: ¿quiénes son jóvenes de a verdad?
Jóvenes, siempre jóvenes, son los héroes que se inmolaron en Arica. Entre otros: Ugarte, Zavala, Donaban.
¡Quienes juraron no rendirse! ¡Ni arriar la bandera jamás!
Quienes lucharon hasta quemar el último cartucho. Son jóvenes eternamente.
Ese anciano ínclito Francisco Bolognesi imbuida la frente de fuego sagrado. ¡Él es joven eterno!
Todo ese comando de gloria que se inmoló el 7 de junio de 1880, a quien tres veces se le pidió la rendición y las tres veces la rechazaron.
Que si se les pedía mil, diez veces mil, un millón de veces. Igual la hubieran igualmente rechazado unánimemente.
Y esto ante un enemigo cien veces, mil veces superior en maquinaria de guerra:
Jóvenes son ellos eternamente, porque ostentan en sus frentes el fuego sagrado del honor y de la fidelidad al ideal al cual se han consagrado.


7. Para adorar siempre y eternamente a su tierra

Joven, siempre joven es Guamán Poma de Ayala quien nació el año en que ingresaban los conquistadores españoles. Y aprendió su lengua y su escritura y defendió con ellas al vencido denunciando oprobios y atrocidades. Y anduvo huyendo, expulsado de todo sitio como un réprobo.
Joven es Leoncio Prado quien liberado y hecho jurar que ya no volvería a pelear más por su patria en la guerra, caminó miles de leguas para encontrar el ejército de Cáceres, peleó a su lado y se inmoló en Huamachuco.
Joven, siempre joven es Federico Barreto quien cantó a la Tacna arrebatada y en cautiverio por mano brutal. Y al morir quiso que lo enterraran boca abajo para adorar siempre y eternamente a su tierra.
Joven es Daniel Alcides Carrión, quien siendo destacado estudiante de medicina se hizo inocular el vacilo de la verruga para mejor informar a sus profesores sobre ese mal que diezmaba a la población indígena causando muerte, desolación y dolor entre sus hermanos del ande.


8. Al batallón del “sufrimiento armado”

Joven, siempre joven, es César Vallejo, por su amor solidario al hombre y a la humanidad como realidad y entelequia.
Quien murió consumido de dolor, angustia y quebranto por la España crucificada en la agonía de una guerra infausta.
Quien murió de hambre pero despreció todo dinero. Quien sufrió el dolor humano, pero no pudieron quebrar su espíritu.
Quien amó entrañablemente a su tierra, a su gente, a los pobres del mundo a quienes los convocó al batallón del “sufrimiento armado”, donde desde entonces tú y yo tenemos un puesto reservado en esas filas.
Quien renunció a todo. Y se consagró a la solidaridad humana involucrándose con la Guerra Civil Española hasta perder por ella el último aliento y átomo de energía y con ello la vida.


9. Instaurar entre nosotros y para siempre la aurora

Joven, eternamente joven es Javier Heraud. Quien todo lo tenía, pues nació en un hogar mullido. Pero mucho más tenía de bondad y coraje, de temple e indignación en el alma ante tanta injusticia tomó las armas y fue asesinado en medio del río en Puerto Maldonado.
Quien optó por hacer flamear el amor consagrado y generoso a su patria como una espada en el aire
Y murió acribillado en medio del río incluso por la gente por la cual él luchó tanto, por la gente humilde y sencilla a quienes hostigaron los policías, quienes le disparaban hasta con escopetas a una balsa solitaria en donde él hizo flamear su camisa blanca en mensaje de paz que no respetaron.
Joven será siempre su corazón inflamado de pasión y coraje por hacer la felicidad e instaurar entre nosotros y para siempre la aurora.
Joven para siempre es Luis de la Puente Uceda.


10. En el fondo de un ardiente corazón

Porque joven es ser generosos, como ellos lo fueron. Quien se brinda íntegro en lo que piensa, cree y en lo que hace.
Quienes arriesgan la vida por un ideal.
Es tener capacidad de arrojo. Es quien se echa al camino con una guitarra al hombro y lleno de música que le borbotea dentro del alma.
Es quien se inclina conmovido y reverente ante las rosas. Quien, hunde y moja sus cabellos en el agua cristalina de los arroyos y manantiales. Quien inclina su frente y besa el cuello de la mujer amada, la adora y la besa.
Jóvenes son las playas, las montañas, las nieves eternas cuando amanece.
Joven es ser confiado, alegre, virtuoso, incólume.
Joven es quien tiene la moral, el idealismo, las virtudes. Y los sueños que se agitan como guijarros en el fondo de un ardiente corazón.


11. Su fuerza, su moral y su destino
Por eso, ¡Jóvenes!, allende de estas montañas, más allá de esa línea del horizonte que cubre la neblina, hay un país hermoso por descubrir, el país que soñamos y que vale conocer y conquistar. País que es tuyo.
Un país de fábula. Construido sobre la base de una cultura que ningún grupo humano ha podido realizar en el mundo: la utopía de la fraternidad humana, que aquí fue realidad y práctica de acción.
Hay un país de nieves impolutas y de ríos poderosos, pero más de anhelos, sueños y utopías.
Un mar de ilusiones que se elevan y traspasan el cielo con su canto, ahora todavía de añoranza que debemos convertir en himno de júbilo.
Hacia él dirijamos la luz de nuestro conocimiento y la calidez de nuestros corazones.
Sintonicemos con su refulgencia y con el caudal de esas corrientes subterráneas que pugnan por desbocarse. ¡Abracémonos!

Sintonicemos con su fuerza, su moral y su destino.


12. La esperanza como la flor suprema

Por eso y en razón de todo ello, ¡jóvenes!, somos los conjurados.
Que viajamos en lo alto de los camiones, que alzamos banderas, que abrimos surcos, impartimos consignas para incendiar la pradera con el bien, con el amor fraternal.
Detrás de esa línea del horizonte hay un Perú solidario, que pese a la humildad comparten su mesa con el peregrino y el forastero.
Y sé que ustedes saben asumir las causas nobles y justas con total dedicación y con puro y aureolado heroísmo.
Y es que ustedes portan el estandarte del tiempo nuevo. Y es que ustedes son los adalides de un tiempo nuevo.
Por eso, brindemos. Por subir a las montañas y a la reserva moral de nuestras nieves eternas para amar mejor, para construir la utopía andina de la ternura y la fraternidad humanas.
Por alzar los andenes nuevos del canto a la vida, para entonar con alma matinal la endecha al amor sublime. Y por forjar la esperanza y redención de nuestro pueblo, como la flor suprema.

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