XVI ENCUENTRO INTERNACIONAL ITINERANTE
¿POR QUÉ CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA SE EMPEÑA
EN VOLVER UNA Y OTRA VEZ A SANTIAGO DE CHUCO
EN UNA FERVOROSA PEREGRINACIÓN ANUAL?
Carlos Manuel Castillo Mendoza
Porque en estos tiempos de relativismo moral, violencia cotidiana, de “la maldición de los recursos naturales” (Sachs y Warner) y la corrupción que nos invade de arriba abajo, es urgente responder con el ejemplo de vida de aquellos que nos precedieron para demostrar a las generaciones jóvenes y recordar a nuestros compatriotas, que el Perú no siempre fue así y no puede seguir siendo así; que nuestra patria es grande no solo por sus recursos naturales que fluyen sin cesar, sino por la valía de sus hombres y mujeres que lo construyeron con esfuerzo, imaginación, reciprocidad y buen gusto.
No se trata de ir únicamente a pisar las piedras, ver la casa y sentir el viento que acompañaron la persona del poeta César Vallejo en su pueblo natal, vamos también al rescate de los valores morales que nos enseñaron nuestros padres, esos que hoy parecen oscurecer ante una modernidad que pretende llevarse de encuentro todo vestigio de humanismo, fraternidad y amor. Y para ello la vida y la palabra de nuestro poeta mayor son como los cimientos de una nueva patria para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.
Es conocido el diálogo “Gorgias” de Platón donde describe que en cierta ocasión su maestro Sócrates mantuvo una discusión casi dramática con un joven arrogante y fanfarrón llamado Caliclés. El tema fue éste: ¿Qué es mejor, cometer una injusticia contra otro o padecerla uno mismo? Por supuesto, Caliclés decía que es mucho mejor cometer injusticias que sufrirlas. Aún más: sostenía que son los debiluchos y amargados quienes se están quejando de lo “injustos” que son los fuertes, es decir, los audaces que se atreven a hacer lo que les apetece, caiga quien caiga. Caliclés estaba decidido a ser todo lo injusto que le diera la gana, faltaría más, consideraba humillante que otro le sometiese a su voluntad en nombre de la ley, el respeto o de lo que fuera.
El filósofo en cambio, pensaba todo lo contrario: si alguien nos hace una fechoría no por eso nos volvemos peores ni perdemos la virtud de vivir el bien. Es el otro quien se mancha, no nosotros. Lo único que estropea nuestra vida son las injusticias y abusos que cometemos voluntariamente nosotros mismos. Son esos actos los que nos hacen peores, no las que padecemos por culpa de los demás.
Hoy, que los medios de comunicación nos presentan cada día las aventuras de nuestros Caliclés criollos, que asumen como hombre grande, poderoso e inteligente a aquel que obra según su voluntad y solo por ella, sin darse cuenta que placeres y bienes materiales son momentáneos, perecederos y nunca nos satisfacen plenamente; cuán importante es retomar las enseñanzas del filósofo que, sin duda, César Vallejo entendió y describió muy claro en su cuento Paco Yunque al poner de un lado a Humberto Grieve defendiendo su derecho natural a la superioridad y al dominio, y del otro lado a Paco Yunque el niño desprotegido y necesitado a ser defendido por la ley y la piedad del compañero como lo fue Paco Fariña. Como si naturaleza (physis) y ley (nómos) fueran realidades totalmente opuestas, sin advertir que la ley (consenso social para garantizar la convivencia racional) ordena y direcciona la naturaleza y, si queremos ir a un nivel superior, el amor al prójimo es la categoría que nos hará ser verdaderos seres humanos. Entonces, trabajar en esos valores nos permitirá avanzar en la evolución, el progreso, el humanismo, la inteligencia, la salvación y la fe.
El XVI Encuentro Internacional Itinerante Capulí, vallejo y su tierra en Lima, Trujillo, Huamachuco y Santiago de Chuco es una oportunidad más para seguir construyendo nuestra utopía: la fraternidad que cimentó la patria y debe retornar al centro de nuestra vida cotidiana; es un ir al mundo andino para renovar nuestro quehacer, lo que nos hará pasar de la fuerza y la oportunidad a la justicia y finalmente a la caridad; eso, y solo eso, nos permitirá llegar cada vez más lejos en un desarrollo que no se circunscribe únicamente a lo económico (que siempre termina beneficiando a unos pocos) sino que esencialmente nos llevará al rescate de nuestro ser social, estético, ético y espiritual.
Esto es Capulí, Vallejo y su tierra, este es su reto y esta su utopía, y para ello convoca a los hombres y mujeres de buena voluntad que no buscan acomodarse a esta situación materialista y deshumanizante, sino que se esfuerzan, como decía el poeta, por “amar, de grado o fuerza.” Caliclés jamás entendería expresiones como estas:
Amémonos
los vivos a los vivos, que a las buenas cosas muertas será después. Cuánto tenemos que quererlas y estrecharlas, cuánto. Amemos las actualidades, que siempre no estaremos como estamos.
Trilce LXX
Lima, 14 de mayo del 2015
No se trata de ir únicamente a pisar las piedras, ver la casa y sentir el viento que acompañaron la persona del poeta César Vallejo en su pueblo natal, vamos también al rescate de los valores morales que nos enseñaron nuestros padres, esos que hoy parecen oscurecer ante una modernidad que pretende llevarse de encuentro todo vestigio de humanismo, fraternidad y amor. Y para ello la vida y la palabra de nuestro poeta mayor son como los cimientos de una nueva patria para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.
Es conocido el diálogo “Gorgias” de Platón donde describe que en cierta ocasión su maestro Sócrates mantuvo una discusión casi dramática con un joven arrogante y fanfarrón llamado Caliclés. El tema fue éste: ¿Qué es mejor, cometer una injusticia contra otro o padecerla uno mismo? Por supuesto, Caliclés decía que es mucho mejor cometer injusticias que sufrirlas. Aún más: sostenía que son los debiluchos y amargados quienes se están quejando de lo “injustos” que son los fuertes, es decir, los audaces que se atreven a hacer lo que les apetece, caiga quien caiga. Caliclés estaba decidido a ser todo lo injusto que le diera la gana, faltaría más, consideraba humillante que otro le sometiese a su voluntad en nombre de la ley, el respeto o de lo que fuera.
El filósofo en cambio, pensaba todo lo contrario: si alguien nos hace una fechoría no por eso nos volvemos peores ni perdemos la virtud de vivir el bien. Es el otro quien se mancha, no nosotros. Lo único que estropea nuestra vida son las injusticias y abusos que cometemos voluntariamente nosotros mismos. Son esos actos los que nos hacen peores, no las que padecemos por culpa de los demás.
Hoy, que los medios de comunicación nos presentan cada día las aventuras de nuestros Caliclés criollos, que asumen como hombre grande, poderoso e inteligente a aquel que obra según su voluntad y solo por ella, sin darse cuenta que placeres y bienes materiales son momentáneos, perecederos y nunca nos satisfacen plenamente; cuán importante es retomar las enseñanzas del filósofo que, sin duda, César Vallejo entendió y describió muy claro en su cuento Paco Yunque al poner de un lado a Humberto Grieve defendiendo su derecho natural a la superioridad y al dominio, y del otro lado a Paco Yunque el niño desprotegido y necesitado a ser defendido por la ley y la piedad del compañero como lo fue Paco Fariña. Como si naturaleza (physis) y ley (nómos) fueran realidades totalmente opuestas, sin advertir que la ley (consenso social para garantizar la convivencia racional) ordena y direcciona la naturaleza y, si queremos ir a un nivel superior, el amor al prójimo es la categoría que nos hará ser verdaderos seres humanos. Entonces, trabajar en esos valores nos permitirá avanzar en la evolución, el progreso, el humanismo, la inteligencia, la salvación y la fe.
El XVI Encuentro Internacional Itinerante Capulí, vallejo y su tierra en Lima, Trujillo, Huamachuco y Santiago de Chuco es una oportunidad más para seguir construyendo nuestra utopía: la fraternidad que cimentó la patria y debe retornar al centro de nuestra vida cotidiana; es un ir al mundo andino para renovar nuestro quehacer, lo que nos hará pasar de la fuerza y la oportunidad a la justicia y finalmente a la caridad; eso, y solo eso, nos permitirá llegar cada vez más lejos en un desarrollo que no se circunscribe únicamente a lo económico (que siempre termina beneficiando a unos pocos) sino que esencialmente nos llevará al rescate de nuestro ser social, estético, ético y espiritual.
Esto es Capulí, Vallejo y su tierra, este es su reto y esta su utopía, y para ello convoca a los hombres y mujeres de buena voluntad que no buscan acomodarse a esta situación materialista y deshumanizante, sino que se esfuerzan, como decía el poeta, por “amar, de grado o fuerza.” Caliclés jamás entendería expresiones como estas:
Amémonos
los vivos a los vivos, que a las buenas cosas muertas será después. Cuánto tenemos que quererlas y estrecharlas, cuánto. Amemos las actualidades, que siempre no estaremos como estamos.
Trilce LXX
Lima, 14 de mayo del 2015
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