CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
CONMEMORACIÓN DE CAPULÍ
EN EL 72 ANIVERSARIO
DE LA MUERTE DEL POETA
VELORIO CHUCO
A CÉSAR VALLEJO,
EN ALMA Y VOZ
PRESENTES
PROGRAMA
1. CONFERENCIA
"VALLEJO, POETA DE LA SOLIDARIDAD
Y LA FRATERNIDAD HUMANAS"
A CARGO DE
FLORENCIA ROLDÁN
Integrante de Capulí, Vallejo y su Tierra
2. RECITAL
POEMAS DEDICADOS A CÉSAR VALLEJO.
Tribuna libre
Se servirá café y tajadas de Chuco,
con luces apagadas
SÁBADO 17 DE ABRIL, 2010, 7.00 P.M.
Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 2 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Ingreso libre.
Se agradece su gentil asistencia
Teléfonos Capulí: 420-3343 y 420-3860
capulivallejoysutierra@hotmail.com
http://capuli-vallejoysutierra.blogspot.com/
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LOS DADOS ETERNOS
Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado…
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.
Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.
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Recuerdos: Para leer a Vallejo
LA INDUSTRIA ; jueves 15 de abril del 2010
Hoy recordaba el momento cuando por primera vez leía los versos de Piedra Negra, Sobre Piedra Blanca. Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París -y no me corro- tal vez un jueves, como es hoy, de otoño. Profecía Vallejiana.
Han pasado 72 años de su muerte y este 15 de abril volveremos a recordar la intensidad de sus escrituras, de sus párrafos, sus frases, sus versos. Llenos de magnitud y altura evocados por los Heraldos Negros, regresando a Santiago a jugar con los Dados Eternos y buscar el Pan Nuestro de cada día sumergidos entre el Dolor y el Placer por la violencia de las horas.
Para muchos recordar la muerte de un ser tan querido es muy doloroso, pero para nosotros, este día será de regocijo, porque recordaremos a uno de los seres más queridos por todos los peruanos, nuestro poeta universal César Vallejo, extrayendo algunos datos de la obra del Autor Peruano Jorge Díaz Herrera: “El placer de leer a Vallejo en Zapatillas”.
Nosotros conocemos a un Vallejo que se ganó la fama gratuita de ser un poeta pobre, triste y desdichado. Un hombre compungido y el más golpeado por el dolor humano, gracias a temáticas tan recurrentes como la nostalgia, el sufrimiento, el dolor, la injusticia y la angustia frente a la muerte; justamente, porque ningún poeta descifró con tal intensidad e impactante carga emocional esos trances de la vida en sus versos, llegando a provocar en el lector sensaciones insoportables debido a la excesiva carga humana.
Vallejo fue mucho más que eso. Nuestro poeta universal, como cualquier humano, también respiró y se dio tiempo para disfrutar de la buena vida, de ciertos lujos y del humor fino, tal como lo demuestra en muchas de sus poesías.
¿Quién más como los amigos para contar ricas e interesantes anécdotas sobre Vallejo?, sostiene Díaz Herrera.
Efectivamente, Macedonio de La Torre contaba por ejemplo, que su amigo solía vestir casi siempre de terno plomo, traje con el que lo conocían sus amigos; pero una vez el poeta apareció de terno negro.
¿Estás de duelo?, le preguntó Macedonio y Vallejo le respondió que evidentemente estaba vistiendo duelo por la muerte de su traje plomo.
Díaz Herrera evoca a Alfonso de Silva, músico peruano que compartió gran amistad con el poeta y a quien Vallejo le dedicó una hermosa elegía. Él contaba que sus primeros tiempos en París fueron difíciles. Alfonso tocaba el violín en un restaurante, para ganarse propinas. Conforme lo acordado, Vallejo solía ir por él a las horas acordadas y, por lo general, el músico salía a decirle que se diera una vueltecita más, pues era aún poco lo recaudado.
Finalmente, César y Alfonso concluían instalándose en un decoroso restaurante y pedían un considerable aperitivo hasta agotar las propinas recibidas. Vallejo solía exclamar irónicamente: “¡Qué suerte la nuestra. Tener para abrir el apetito y no para cerrarlo!”. Es decir, Vallejo se reía de la propia vida.
Díaz Herrera recuerda al Vallejo profesor cuando dictaba clases a sus alumnitos de Barranco. En esos días, se ganó entre sus colegas la fama de loco, debido a sus largos silencios y a sus singulares modos de dar clase. Una tarde, en la sala de profesores se hundió en una profunda e inquietante reflexión, a tal punto que uno de los maestros fue a consolarlo:
–¿Le sucede algo, señor Vallejo?
–Estoy muy preocupado. Muy preocupado, le respondió.
–Pero ¿Cuál es el problema?
–Estoy pensando en la empresa que montaré con un socio exigente.
–¿En qué consiste?
–Pensamos en sembrar arroz con pato.
El autor de “Pata de Perro” menciona entre líneas que en la poesía de Vallejo existen versos que, conviviendo incluso con la estirpe dolorosa que los sostiene, éstos siempre están envueltos en una irónica ternura y un sentido del humor personalísimo.
Pero, además del dolor, el sufrimiento y por último, el humor, Vallejo jamás abandonó en su poseía el lenguaje familiar, coloquial, sino que lo transfiguró a la más alta categoría estética, universalizando su habla ancestral y su entorno expresivo más íntimo. La nutriente materna, las palabras del hogar, el habla regional permanecen engrandecidas en los versos del poeta.
Por: César Lescano Gavidia
FUENTE:http://www.laindustria.pe/index.php?option=com_content&task=view&id=13863&Itemid=10
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