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viernes, 16 de marzo de 2012

Google recuerda natalicio de César Vallejo con doodle

RPP-Noticias

Viernes, 16 de Marzo 2012 | 12:20 am
Google recuerda natalicio de César Vallejo con doodle
PUB Google
El buscador más famoso del mundo, Google, recordó el 120 aniversario de la conmemoración del nacimiento de nuestro poeta universal, César Vallejo.

El buscador más famoso del mundo, Google, rinde homenaje a nuestro poeta universal, César Vallejo. El autor del inolvidable poema "Los heraldos negros" nació en Santiago de Chuco, La Libertad, un 16 de marzo de 1892.
Autor de diversas obras entre poesía, teatro y narrativa. Probablemente, César Abraham Vallejo Mendoza es una de las voces literarias más originales de la lengua española. Asimismo, es un autor incomprendido por muchos coetáneos de su época porque construyó una nueva sintaxis en los versos.
Cabe recordar que meses atras, diversas instituciones nacionales se sumaron a una iniciativa que buscaba que Google lo incorpore como uno de sus populares doodle. Al parecer, la demanda tuvo acogida. Hoy podemos visualizar la imagen del poeta universal sentado en una de las bancas parisinas que tanto recordó en sus poemas.
Vallejo es recordado como el poeta de la solidaridad y de los oprimidos del mundo. Pese a ello, su poesía y prosa es esperanzadora. Son versos y una narrativa que develan fe en un mundo mejor.
FUENTE: http://www.rpp.com.pe/2012-03-16-google-recuerda-natalicio-de-cesar-vallejo-con-doodle-noticia_461867.html

jueves, 15 de marzo de 2012

LA CASA DE CÉSAR VALLEJO


16 DE MARZO
NACE CÉSAR VALLEJO

HOY NACE
CÉSAR
VALLEJO

 

LA CASA
DE CÉSAR
VALLEJO

Danilo Sánchez Lihón

1. La esperanza
siempre

César Vallejo no tiene tumba en su pueblo natal, Santiago de Chuco, pero sí tiene casa de nacimiento, de crianza y trascendencia.

No tenemos aquí el sarcófago con sus restos mortuorios, pero sí la habitación donde él naciera; el patio, los corredores, la cocina, la sala, el zaguán, el poyo y el pozo con su hálito y sus voces, por donde él correteó de niño.

No tenemos sus restos óseos, pero si escuchamos sus latidos, su risa, sus ruegos y su júbilo, entrando por cada aposento y habitando en cada recodo.

No tenemos sus párpados cerrados ni sus labios yertos ni sus huesos húmeros lastimados, pero sí su canturreo, su confesión, su mirada ilusionada.

Tenemos su boca viva anhelante de bizcochos, sus manos estremecidas, su corazón latiente queriendo y adorando a su pueblo y a su gente.

No tenemos su figura magra con el rictus del dolor en la agonía fatal, pero sí su cariño indeclinable y su vida fulgurante, porque todo eso se quedó aquí, en su casa.

Tenemos y atesoramos un Vallejo vital, feliz y colmado de empinada esperanza, para siempre.

2. Me acuerdo
de mi casa

Pero, además, tenemos otro extraño privilegio quienes hemos nacido en la tierra en que él naciera y viviera. ¿Cuál es? Que no se pueden señalar otras casas en las cuales él haya vivido, sino solo esta, como la única, indivisa e inigualable.

Todas las demás fueron posadas. O casas de alojamiento circunstancial o momentáneo. O refugios, donde él más bien penara.

Pero esta sí es su casa, en donde se quedó para siempre. Que es la misma que lleva por todos los caminos de esta y otras vidas.

He aquí un testimonio: estando ya en París, en 1924, Vallejo fue operado de una hemorragia intestinal en el hospital de La Charité. Entonces le escribe a Pablo Abril de Vivero:

“Hay, Pablo, en la vida horas de una negrura negra y cerrada a todo consuelo. Hay horas más, acaso, mucho más siniestras y tremendas que la propia tumba. Yo las he conocido antes. Este hospital me las ha presentado, y no las olvidaré. Ahora en la convalecencia, lloro a menudo por no importa qué causa cualquiera. Una facilidad infantil me tiene saturado de una inmensa piedad por todas las cosas. A menudo me acuerdo de mi casa, de mis padres y cariños perdidos".

3. ¿No es conmovedor
y supremo?

O el hombre se queda en su casa de infancia para siempre, o carga con ella a cuestas por todos los atajos y meandros. La lleva afuera de él o la tiene incrustada hacia adentro, refundida a su sangre y en su entraña.

Con César Vallejo ocurrieron ambas situaciones, se quedó en ella para siempre y la llevó a su vez clavada en el alma.

La cargaba consigo. Buscaba un lugar y allí configuraba su casa de infancia. Y se introducía en ella ensimismado, como el caracol absorto.

Es esta casa entonces, erigida en Santiago de Chuco bajo las tempestades y los soles radiantes la que él evoca desde lejos y nunca se olvida de ella.

Es más, en sus momentos de honda reflexión y conturbada pena vuelve hasta aquí, a ser feliz en ella, volviéndola a habitar en la nostalgia y a quedarse en ella. ¿No es grandioso? ¿No es conmovedor y supremo que tú ahora estés erigido de pie en ella?

Es igual o más que habitar en el fondo de uno de sus enternecedores poemas, proeza que es difícil lograrla. Es más asequible estar aquí ungido, arrobado, maravillado en esta sintonía. Porque él nos señala lo siguiente:

4. Detenernos
atónitos

Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa.

La casa de César Vallejo en Santiago de Chuco permanece intacta, quizá porque esas palabras la han exorcizado. Está tal cual él viviera en ella.

Esto es extraño, porque todo desaparece, se esfuma y aniquila. O sino, ¿dónde está la casa donde naciera Mariátegui, Valdelomar, Eguren, Arguedas o Ciro Alegría?

De allí que esta sea además de una casa legendaria, un milagro. Además, porque él la evoca en sus poemas, tanto el espíritu general que ella la posee, como cada detalle de su plano estupefacto.

En las doce peregrinaciones que hemos hecho con el movimiento cultural Capulí, Vallejo y su Tierra, al pasar frente a ella no detenemos atónitos. Y luego de dar una vuelta por la plaza desfilando con nuestras banderolas y pancartas, hay una fuerza inmanente que nos atrae para ser lo primero que reverenciemos.

Y ha sido siempre un patriarca del vallejismo como es don Francisco Miñano Benites, quien nos ha recibido en la puerta y nos ha guiado trémulo por cada uno de sus ambientes prístinos.

5. Recién
restaurada

Volverá a reabrirse este mes de mayo, porque para librarla de la humedad, la herrumbre y las termitas, desde hace algunos meses se inició un proceso de restauración sistemática, prolija y minuciosa, ateniéndose a un expediente técnico aprobado por el Instituto Nacional de Cultura del Perú.

Se ha corregido el desplome de los adobes, sanado las fisuras de los muros, enmendado el deterioro de los techos. Se ha reconstruido el revoque original, hecho de arena y arcilla, utilizando los mismos elementos y materiales, como extrayéndolos de las mismas canteras.

Para el amarre de los techos se han utilizado cintas de cueros de vaca, tal y como se encontró que tenía el techo original. Se ha encalado la superficie de los pisos, compuestos de madera de pino, garantizando en todos los componentes una duración a futuro no menor a 100 años.

Los peregrinos que vayamos la podremos visitar recién restaurada.

La idea es convertirla en museo de sitio. Por eso, si tú santiaguino tienes algún mueble de la época, o alguna reliquia pertinente, entrégale en depósito o en cesión, para la ambientación de esta casa.

6. De niñez
y de candor

La gestión para realizar esta obra ha estado a cargo del Arzobispado Metropolitano de Trujillo, de la Municipalidad Provincial de Santiago de Chuco, contando con el auspicio de la Compañía Minera Barrick.

Al ingresar a la casa podemos apreciar la claridad y nitidez de sus ambientes.

Y sentimos una emoción muy honda de poder conocer los lugares exactos en los cuales el poeta nació y se inspiró.

Vivencias inolvidables que él las dejó plasmadas en muchos de sus poemas.

En esta casa vivió hasta los trece primeros años de su vida de manera continua.

Pero a ella regresó permanentemente, ya sea de joven o adulto, o en la evocación atribulada.

Siempre estuvo poblada de niñez y de candor. Y también de personas mayores y austeras quienes establecieron el rigor de las normas y costumbres.

7. La luz
y el alba

Está ubicada en el barrio de Cajabamba, calle Colón Nº 96. Ahora, barrio Santa Mónica, calle César Vallejo 1030 y 1046.

Su construcción es de adobe, con techos de eucalipto, aliso, carrizo y maguey. Y techados con teja de barro cocido en los hornos del lugar.

Tiene una extensión de 36 por 32 metros, la casa antigua o de abajo, divididos en seis ambientes. Esta es la casa originaria a la cual luego se acopló otra contigua adquirida cuando César Vallejo ya estudiaba en Trujillo.

En aquella antigua casa nació el poeta, en el cuarto que se ubica al principio del corredor, ingresando por el zaguán hacia la mano izquierda, denominado “salón verde”, porque tenía la puerta pintada de ese color.

La puerta general es de eucalipto, el zaguán sirve de acceso al interior, donde los corredores rodean un patio insomne, empedrado de ocres y azulados cantos rodados.

La calle donde está ubicada es en declive y el sol que sale por el oriente dora al amanecer su fachada, sus tejados y las hierbas de sus muros.

Nos embarga al visitarla una emoción inmensa. Al llegar ahora y permanecer de pie en ella, sentimos que militamos en algo muy sagrado, nos llena de valor, nos invade la luz y el alba.

8. Llamo
de nuevo

Para “Cesitar”, como le decían sus hermanos mayores, tan mayores que lo atendían como si él fuera el hijo de sus entrañas, su hogar se quedó enclavado para siempre en estas serranías. Y con todo lo tierno, afectivo y bondadoso que él era nunca quiso sustituirlo por otro. Y así lo evoca en sus poemas:

Mi padre duerme. Su semblante augusto
figura un apacible corazón;
está ahora tan dulce...
si hay algo en él de amargo, seré yo.
Hay soledad en el hogar; se reza;
y no hay noticias de los hijos hoy...
(Los pasos lejanos)

LA PUERTA DE CALLE. Es de eucalipto y sirve de acceso al interior de ella. Es la misma que él tocó y golpeó, llamando para que la abrieran:

Esta noche desciendo del caballo,
ante la puerta de la casa, donde
me despedí con el cantar del gallo.
Está cerrada y nadie responde...
Llamo de nuevo, y nada.
(Trilce LXI)

9. Me esperará
el patio

EL ZAGUÁN. Pasadizo de entrada que une la calle con la parte central de la casa:

...y espero que tú no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores,
después, te ocultas tú, y yo no doy contigo.
(A mi hermano Miguel)

EL PATIO. Airoso, abierto, en donde luce un árbol de capulí insomne, empedrado de ocres y azulados cantos rodados.

En el patio silente
sangra su despedida el sol poniente
(Aldeana)

LOS CORREDORES. Bordean el patio con altos y lucidos pilares que sostienen los techos de carrizo, maguey y tejas.

...Me esperará el patio,
el corredor de abajo con sus tondos y repulgos
de fiesta. Me esperará mi sillón ayo,
(Trilce LXV)

10. En la puerta
del horno

LA COCINA. Ubicada en la parte posterior de la casa, en la cual se encuentra el fogón, hecho de ladrillo y cubierto con gruesas capas de barro, los batanes para moler el ají fresco y el tendal para colocar las ollas como otros materiales y utensilios domésticos. En la casa de César Vallejo no había comedor aparte. Se comía en la cocina como ocurría en los hogares humildes.

Sepia y rojo.
Humo de la cocina, aperitivo
de gesta en este bravo amanecer.
(Mayo)

EL HORNO. Estructura semiesférica construida de ladrillo, cubierta con finas capas de barro. Tiene una base de piedra y dos orificios, uno para introducir y sacar el pan y el otro para hacer fuego de leña a fin de alumbrar el interior de la cámara. Al utilizarlo primero se quema abundante leña hasta que el horno está caliente, entonces se introduce el pan tableado y aún crudo que es extraído ya horneado con ayuda de palas hechas de láminas de fierro.

de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
(Los heraldos negros)

11. Que
se amarille al sol

EL POZO DE AGUA. Ubicado al pie del corredor de la parte alta, con boca a nivel del patio. Un canal de salida bordea los corredores por la parte baja:

...los barcos ¡el mío es más bonito de todos!...
han quedado en el pozo de agua, listos,
fletados de dulces para mañana.
(Trilce III)

EL POYO. Breve construcción de piedra cubierto con gruesas capas de barro y que sirve principalmente de descanso.

El poyo en que mamá alumbró
al hermano mayor, para que ensille
lomos que había yo montado en pelo,
por rúas y por cercas, niño aldeano;
el poyo en que dejé que se amarille al sol
mi adolorida infancia...
(Trilce LXI)

Hay varios poyos en la casa, el más importante es el ubicado al final del zaguán y en el rincón de la derecha, que también servía antes para que las mujeres y los niños pudieran montar el caballo ya ensillado.

12. Y al fin
dirá temblando

EL CORRAL. Ubicado en la parte posterior, y hacia atrás; lugar donde se albergaban los animales.

Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral,
(Trilce III)

LOS TECHOS. Coronan la casa, son de teja, a dos aguas y de firmes y empinados aleros.

¡Lluvia a base del mediodía,
bajo el techo de tejas donde muerde
la infatigable altura
y la tórtola corta en tres su trino!
(Telúrica y magnética)

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: «Qué frío hay... Jesús!»
y llorará en las tejas un pájaro salvaje.
(Idilio muerto)

13. Las miradas
arrobadas

Así la casa es útero y atalaya, hendidura y peñón hacia lo alto. Es el lugar donde adormilamos nuestras congojas o tallamos brizna a brizna un alegato o una proclama. Donde hemos acunado tantos sueños. Es el lugar del nacer y del morir para quienes somos chucos, igual donde nos encerramos a llorar.


Las personas en Santiago de Chuco nacen en sus casas y mueren en ellas. César Vallejo nació en esta casa, pero no murió en ella. Un estremecimiento nos recorre el ser al comprobar que todo está aquí, en la casa donde el poeta vivió, jugó, fue feliz, tuvo miedo y se acongojó de pesar.

En estas paredes están impregnados los gritos del recién nacido, sus sollozos, sus travesuras y sus rezos. En estas paredes está toda la devoción de los padres por el porvenir de aquel hijo.

Y, después, las miradas arrobadas de César con Otilia, su sobrina fascinada por el tío apuesto y ya famoso. Pero, además, por el carisma que irradiaba ese ser a quien la gente prodigaba tanta devoción y cariño.

14. Una plegaria
o una queja

Él ahora está aquí. Se ha quedado fusionado a este aire impalpable, a este artesonado, a estos pilares y techumbres. Él habita bajo estos aleros, digno siempre, hierático cara al firmamento.

Sentimos que él nunca se fue. Que cobra sentido recibiéndonos a nosotros esta tarde.

Él se hizo héroe y paradigma para que nosotros hoy viniéramos a encontrarlo aquí: andino, sensible, fraterno.

A este hermano masa, a este hermano humanidad, a ese colectivo unívoco.

Venimos aquí a estar contigo, para proclamar la solidaridad con la humanidad doliente. Todos aquí reunidos, que por ser seres comunes y corrientes resultan extraordinarios.

Aquí nos damos cuenta que César Vallejo es nuestro hermano, es nuestro padre, es nuestro hijo. Que nosotros mismos somos Vallejo.

En esta casa, peregrino, que has venido con nosotros, di unas palabras, recita unos versos, emite una proclama, modula una plegaria o una queja.

15. Al centro
yace el infinito

La casa de César Vallejo no es como la casa de los célebres señores. Tiene un patio abierto a la visita de las aves y a la luz fulgurante del día.

Llegan las libélulas anunciadoras de las cartas y de las visitas inesperadas.

Ya debe haber algunas mariposas sonámbulas revoloteando entre sus flores esperando nuestra llegada.

Vuelan sobre ellas los moscardones de miel extasiada que cargan ese grano de oro en sus patitas traseras.

La casa de César Vallejo es nido, es mirador, es catalejo a la Vía Láctea. Es círculo que tiene centro. Eso se lo ve y se lo siente.

De sombra tupida en la noche hasta que lo ilumina la luna que boga por sus paredes blancas.

Al centro de su casa yace el infinito.

16. Cabe llorar,
si así lo quieres

Por eso, este es un templo, un ábside que reúne eternidades.

Es la casa más señera del más genuino de los poetas, del más incorruptible de los hombres.

Con ser pequeña es amplia, abierta, total.

Es límpida, frugal y fragante.

Su casa es un albergue, un palomar desde donde uno siente que se defiende la vida y lo más significativo de lo humano.

Es su única casa para siempre, esta su casa de Santiago de Chuco.

Esta que ahora conocerás peregrino, donde podrás cogerte a sus muros, posar tus manos en sus piedras, recostar tu frente en los pilares o en los muros.

Recogerte en el corredor de abajo, con sus tondos y repulgos de fiesta, y repasar tu vida.

Cabe en ella el sol, la luna y las estrellas. Cabe la más leve brizna.

Y, apoyado en ella, cabe llorar, si así lo quieres.

Texto que puede ser reproducido
citando autor y fuente

Teléfonos: 420-3343 y 420-3860

 

miércoles, 14 de marzo de 2012

ACTIVIDADES EN HOMENAJE AL NACIMIENTO DE CESÁR VALLEJO

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina

2012, AÑO
DE LA DEFENSA DEL AGUA PARA LA VIDA Y
CONSTRUCCIÓN DE LOS ANDENES NUEVOS

MARZO, MES DEL AGUA, DE LA MUJER,
LA POESÍA Y EL NACIMIENTO
DEL POETA UNIVERSAL CÉSAR VALLEJO

 

VIERNES 16 DE MARZO. 10 AM.

RECITAL Y PROCLAMAS
A CÉSAR VALLEJO

TRIBUNA LIBRE
AL PIE DEL MONUMENTO
A CÉSAR VALLEJO
FRENTE AL TEATRO SEGURA
CUADRA 3 DEL JR. HUANCAVELICA

SÁBADO 17 DE MARZO. 7 PM:

HOMENAJE
POR EL NACIMIENTO
DE CÉSAR VALLEJO
EN EL AULA CAPULÍ
TACNA 118. MIRAFLORES

SEMBLANZA
CÉSAR VALLEJO NACE
EN SANTIAGO DE CHUCO
MANUEL RUIZ PAREDES

CONFERENCIA
Y PRESENTACIÓN DEL LIBRO
“CÉSAR VALLEJO EN EL SIGLO XXI”
REYNALDO NARANJO

RECITAL DE POEMAS
DE CÉSAR VALLEJO
FREDERIC SOTOMAYOR
 
INFORMES
Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República

Teléfonos Capulí:
420-3343, 420-3860
y 997-739-575

miércoles, 7 de marzo de 2012

8 DE MARZO: DÍA DE LA MUJER


 

COMPAÑERA
AHORA, DESPUÉS
Y SIEMPRE

Danilo Sánchez Lihón

1. Una clase elevada
de felicidad

César Vallejo, “el más grande poeta universal junto al Dante”, en opinión del escritor, pensador y místico estadounidense Thomas Merton, se reúne con su joven esposa Georgette Philippart para comer en el restaurante François Villón, establecimiento para artistas pobres de París. Se habían casado el 11 de octubre de 1934 en el municipio de El Naire del barrio 15 de la capital francesa.

Viven en el departamento que ella tiene y donde se han conocido mirándose de ventana a ventana, cuando él ocupaba la habitación 19 del hotel Richelieu, situado exactamente al frente del piso que después habitaron ambos en la calle Moliere.
Cuando se conocieron ella tenía 16 años y él 33.

Ahora ella se levanta temprano, prepara el desayuno y deja a César Vallejo trabajando siempre puntualmente a la misma hora. El reloj marca las ocho de la mañana.

2. Quien avizora
el arcano

Se despide, cierra la puerta, baja por la escalera húmeda y casi en sombras rumbo a su empleo en el Conservatorio de Artes y Oficios de París.

Siente, mientras camina, una clase elevada de felicidad. Aquella que da sentir que la existencia no nos pertenece, que algunas de las vidas están reclamadas para una causa superior y suprema, cuyas determinaciones, mandatos y consignas se hunden en el misterio del infinito cielo azul.

Se siente arrobada y tierna.

Piensa que el destino le ha deparado un privilegio, cual es vivir al lado de un hombre luz, océano y verdad profunda.

Se siente realizada estando ella aquí, en vida. No a través de los códigos cifrados, de las letras o bien de los símbolos que yacen en los libros, sino como cónyuge, de un ser vasto e intenso, a quien posee en cuerpo y en espíritu.

3. ¿Cómo han llegado
a coincidir?

Palpita con la expectación de quien puede asomarse al fondo de sus abismos, con el temblor de quien avizora el arcano y se sume en la adoración.

Está con alguien en quien están todos los significados. En quien ellos renacen y son nuevos.

Y hasta sentirse solos en el mundo con ese ser inusitado como un raro privilegio.

Es feliz, aunque siente que debajo de los pies amenaza un río hosco y turbio.

¿Cómo han llegado a coincidir? ¡Ella!, para quien antes palabras como revolución, comunismo, proletariado, eran inconcebibles y estaban vetadas en su lenguaje.

4. La copa
dulce

Ha visto y es testigo ahora sus renuncias, de sus sacrificios y desvelos. Ve su mirada y el verbo que lo agita.

Y está convencida, siente que todo eso es irrefutable, que hacer algo distinto sería claudicar y no asumir la verdad.

Sin embargo, la copa dulce de haberse encontrado y amarga de hiel de la miseria, deben beberla juntos.

Mirarla en los biseles de las tazas vacías y los platos desolados.

Y la prueba no es menos cruel para Vallejo que para ella.

Ella lo bebe, al principio al lado de él. Para después, durante 46 años en que lo sobrevive, beberla en soledad, pero evocándolo a él.

5. Con fidelidad
soberana

El amor que se tienen es un amor único en la historia de la literatura de todos los tiempos, ámbito en donde abunda mucho la superficialidad, el usar y el descartar.

El de ellos es amor profundo; en un medio en donde el envanecimiento es cambiar de pareja a cada momento y por cualquier motivo.

El de ellos es amor sin mudanza; en una realidad en que el hombre ostenta muchas conquistas, aventuras y cabezas trofeos cortadas y que hacemos pender en una cadena delante de nuestro pecho.

Este es un amor en silencio, recatado, sin aspavientos.

Un amor de fábula porque sobrevivió 46 años amándolo, cuando él ya no estaba en el mundo.

6. Amor
heroico

Compartiendo la vida con su fantasma, con fidelidad soberana. Queriéndolo entrañablemente, confesándose cada noche ante él, contándole detalles del día.

Porque no hubo reemplazo, sustituto, ni consuelo mundano.

Y este amor es bueno para la historia del hombre.

Amor que ensalza a la especie humana.

Que deja bien a la mujer, y deja bien al varón.

Que desafía, reta y vence a la eternidad.

Es un amor con fidelidad absoluta, en vida y en el largo trayecto de la muerte. No de parte de uno sino por parte de ambos, hasta que aparezcan otras señales en el horizonte.

Es un amor heroico, épico y legendario.

7. A su cabecera
y a sus pies

Todo los Poemas humanos y toda España, aparta de mí este cáliz y los escritos de tesis, y las obras de teatro tienen en ella su custodia y albacea.

En donde el conflicto entre derrumbe y esperanza –tremendo, colosal y dialéctico– tienen su escolta, su vigía y atalaya.

Donde todos aquellos himnos y lamentaciones, quejidos y exaltaciones, miedos y arrebatos, tienen su sombra presente y latente, que es ella.

Donde todo lo que nació de aquel genio tiene una mirada callada que lo cuida, anima y protege.

Una postura de asombro que lo contemplan surgir y que es Georgette inclinada reverente y escrupulosa a su cabecera y a sus pies.

8. ¿Qué significa
este misterio?

Es ella la que peregrina, por Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz.

Es esa niña estupefacta ante ese extraordinario milagro que es un hombre enfrentado a la creación más asombrosa y sobrehumana.

Resumen ambos la copa más amarga y la esperanza más sublime.

Es ella quien deambula hasta viéndole dormir lo que es ese ser secreto, callado y recogido en sí mismo.

Es ella quien se ha preguntado a su lado y muchas veces: ¿Qué significa este misterio?

¿Qué sentido tiene este gesto? ¿Este silencio? ¿Este rictus de su rostro y de su frente?

9. Compañera ahora,
después y siempre

Constanze, la esposa de Mozart, huyó espantada cuando él componía el Réquiem.

Fue incapaz y no pudo soportar tanto vacío, tanto abismo y tanto enigma.

Y los abismos de la creación la acobardaron. A él le gritó en la cara:
“Estás loco Wofi”. “Eres loco”. “Me das miedo” “Estoy espantada” “No puedo soportar todo esto”.

Y huyó con su hijo entre los brazos.

Esta niña en cambio, que es Georgette, ante algo tan hondo, inmenso y devastador, como “La rueda del hambriento” o “Los nueve monstruos” o el “Himno a los voluntarios de la República”, no huye.

Son estos los únicos poemas que se los pueden poner como pares, hermanos y gemelos del Réquiem, cumbres supremas de la creación humana.

Ella no huye sino que permanece.

10. Sacrificó
todo por él

Es más niña incluso, y no corre en estampida a salvarse. Al contrario: ampara, alivia y protege. ¿Por qué?

Porque ella comprendió, sabía lo que estaba al fondo oscuro e inhallable de ese ser.

No habían sido escritos todavía esos poemas cuando ella se entregó íntegra y lo siguió sin dudar un solo instante, sin dubitaciones ni cálculos.

Es más, sacrificó todo por él: su fortuna, sus relaciones sociales, su familia, su país.

En Mozart su genialidad era reconocida, había una evidencia palmaria, gozó de todo el halago de su época y más todavía. En cambio a César Vallejo se lo negó todo: no se publicaban sus poemas, no se le concedía ninguna ayuda, estaba perseguido en su país.

Constanze, pese a toda la verdad delante de sus ojos claudica.

Georgette permanece.

11. Vallejo
confía en ella

Eso sí, tiene que volver a aprender todo y de nuevo. Tiene que subir esa cima. Y eligió subirlo. En realidad solo le importaba esa cumbre.

Por eso, ella glorifica en este trance de la historia lo que es ser mujer.

Porque lo acompaña ahora, después y siempre. En toda su vida, en toda su muerte, en toda la posteridad.

Ella persevera, resiste, soporta la tormenta, pero el estrago no es menos devastador.

Georgette en relación a Constanze es ecuánime y sufrida. Comprende las razones profundas de algo trascendentalmente humano, divino y sagrado:
“Si hubo una mujer por dejar entera libertad a su cónyuge, creo haber sido esa mujer. Hasta respecto a sus versos, los que sólo en parte entendía, medía con verdadera angustia mis palabras. Un día, entre otros, Vallejo me lee: “Cae agua de revólveres lavados...” aún sin título, y, extrañamente insiste: “¿Qué te parece?”

Vallejo confía en ella. O está solo. O está retándola.

12. Obedece
un designio

Nunca antes consultó a nadie uno de sus poemas. O, hace mucho tiempo, a Antenor Orrego, pero fueron sus primeros poemas. Ahora consulta a Georgette:
Aún más cohibida yo por la seriedad de su expresión –vive entonces su mayor soledad– le digo con gran tristeza: “Dime, Vallejo ¿tu poema responde profundamente a lo que has ansiado expresar? ¿Sientes hondamente que te satisface?” “Sí”, contesta, triste a su vez. “Esto necesitaba saber porque, si para mí es un gran poema, ante todo ha de satisfacerte a ti tu poema. Creo... que sólo tú puedes juzgarlo.”

Son palabras sabias, es tacto de alguien que confía en alguien, es saber ser compañera, amiga, es saber situarse frente al arte. Pero esta niña no había pasado del tercer año de secundaria y nunca frecuentó artistas ni escritores.

¿Quién es? Es la guardiana del templo. Una mujer asignada. Ella cumple una misión, una consigna. Ella obedece un designio.

13. De iras absolutas
y todas ellas santas

Esta chiquilla preciosa, como fue Georgette, había nacido en París, aunque con arraigada ascendencia de familia y tradiciones en la región de Bretaña al noroeste de Francia.

A ese lugar fueron a vivir con su madre luego que esta se enterara que había salido alguna vez con un poeta sudamericano, hecho que desaprobó y sopesó con la mayor angustia y preocupación.

Esta chiquilla sin embargo era de decisiones tajantes y firmes, quien nunca “conoció” a un hombre ni antes ni después de César Vallejo, y lo siguió amando más allá de la muerte.
De iras absolutas y todas ellas santas.

Adorable siempre, a quien “provocaba engreírla” en expresión de Max Silva Tuesta, quien la conoció en Lima.

Quien enviudó a los treinta años y a los 60 seguía siendo una mujer hermosa.

14. Cometa
ígneo

Ella aportó a su unión con César Vallejo 280 mil francos en efectivo, que fueron los ahorros que le dejó su madre´.

También puso a disposición de Vallejo, una pensión por ser hija de un soldado francés muerto en batalla.

Más, un departamento propio en la parte céntrica de París, en la calle Moliere donde ella vivió desde su infancia.
Puso a disposición de Vallejo sus relaciones con la alta clase social francesa, de la cual su madre era modelista.

Todo esto lo puso en manos del matrimonio, de su unión con ese meteoro que era César Vallejo, ese cometa ígneo de combustión atroz, esa estrella fugaz cuya estela crecerá en miles y miles de años luz. Y a quien no le interesó jamás conservar un solo céntimo, ni en soles ni en francos ni en precias preciosas ni en lo que sea.

15. Se recostó
a descansar

Sin embargo, de parte de ella jamás se escuchó mencionar estos aportes ni estos hechos.

Jamás hubo sobre esto reproches, ninguna mención de todo aquello de que se despojó esta mujer, quien no tuvo dónde dormir la noche del día en que enterraron a su esposo.

Y vivió en la indigencia por el resto de su vida, siempre.

A fines del año 1937 las noticias que llegan de los frentes de guerra en España son angustiosas. Y para la salud de César Vallejo resultan demoledoras, tan comprometido anímicamente como está con la causa del pueblo español.

El 13 de marzo de 1938, cuenta Georgette, César Vallejo después del almuerzo se recostó a descansar.

16. Se detuvo
estupefacta

Nunca más pudo levantarse.

Sentía un enorme agotamiento, primero. Y después brotó una fiebre de 38 grados que con el correr de las semanas subió hasta 41.5 líneas, en el día de su muerte que ocurrió un Viernes Santo, a las 9.15 de la mañana.

Aquel 13 de marzo, antevíspera del natalicio de César Vallejo, ella había ido al mercado por la mañana apenas con unos céntimos a comprar casi nada.

Pero, ¡oh milagro, sorpresa y quimera! Mientras caminaba reparó que en el suelo había tirado un billete de 50 francos.

Era una fortuna en el estado económico calamitoso en que se encontraban.

Se detuvo estupefacta, sin poder avanzar ni retroceder.

17. Peor que mordedura
de serpiente

Paralizada no osaba ni acercarse ni pasar por un costado.

Aturdida y boquiabierta miraba aquella aparición. Avanzó. Se inclinó, entonces.

Pero primero, tuvo que cruzar –confiesa–, los pedruscos y peñascos pavorosos de la humillación y la vergüenza de juntar un billete del suelo, pues su madre le había machacado siempre que nunca hay que hacerlo.

Segundo, recuerda el gesto y la sensación de tener el billete en la mano:

“peor que una mordedura de serpiente”.

Son sus palabras textuales de este hecho.

Y después, por la fuerza con que lo apretaba en su puño derecho, expresa que tenía la sensación de que jamás iba a poder abrir sus dedos.

Por la desesperación, el miedo y el estupor con que los apretaba.

18. Inocencia
o sarcasmo

Era un regalo, un premio, un presente. Pero ese día –hecho curioso del destino– César Vallejo se recostaría para ya no poder levantarse nunca más.
– Voy a descansar un momento.

Le había dicho.

Ahora bien, para dar una idea de cuánto eran en esas circunstancias de sus vidas esos 50 francos encontrados aquella mañana del día 13 de marzo, en que él cayera enfermo para morir postrado 33 días después, para tomar en cuenta lo que representaban en el plano inclinado de lo cotidiano, es importante escuchar lo que Georgette luego nos describe:
“Si dijera que en una de los primeros veranos que Vallejo pasó en Europa, había intentado vender en una calle de París, bajo un calor tórrido, una botella que no valía 10 céntimos de franco...

19. La suerte
juega

Y continúa en su relato:
y no hubo un alma en tres horas de ese martirio, con suficiente imaginación para comprársela en nombre de Cristo o del demonio, quizá lograré dar su verdadero valor a esos cincuenta francos encontrados el 13 de marzo.”

¿Dicha o pórtico candoroso a la desgracia? ¿Mueca antes del adiós aciago? ¿Gracia o bofetada? ¿Inocencia o burla de los dioses?

¿Ironías y atroces sarcasmos que el destino juega para alegrarnos de algo que por debajo es el turbión y la guadaña de las parcas?

¡Qué signo de alegría tan ingenua!

¡Qué contento tan bochornoso, en un hecho que mirado después se ve tan devastador y fuera de lugar, de seres con quienes la suerte juega de un modo tan perverso e ignominioso!

20. Aún se puede ser
creyente

Porque ese día 13 de marzo en que Vallejo cayó enfermo, era antevíspera de su cumpleaños.

Entonces, la comida con los 50 francos venidos de azar, fue un verdadero banquete, mientras la muerte ya sentada a un costado de la mesa gesticulaba una sorna misteriosa.

¿Era ella, la parca, quien dejó caer el billete en el suelo para darse el gusto que ese día fuera celebrado en el hotel lúgubre en donde ellos moraban?

Aún se puede ser creyente y confiar entre tanta desolación:
“Volví al hotel de 64 Avenida del Maine con dos costillas de carnero, habichuelas verde pálido y una botella de vino “casi fino”.

21. Última cena
de dos
No fue el menú lo más extraordinario, sino una fuerza ajena a mi voluntad que me impuso a hacer tales gastos.”

Pero, preguntamos a secas o al desnudo:

¿No es acaso la vida de este hombre, ahora al lado de esta mujer total, de una significación casi religiosa?

¿No es esta una última cena de dos, tan honda y a la vez candorosa antes de la crucifixión?

¿Muerte y tormento que ya estaba anunciada, esbozada y garabateada en esos 50 francos que ella recogió del suelo?

¿No son acaso como los 30 denarios con los cuales se vendió a Jesús?

¿Un dinero contra toda voluntad?

22. Lo que se ofrece
ajeno

Una cuota, un monto y una bolsa impuesta por una mano misteriosa desde lejos muy lejos.

Una comida, o cena de mediodía si se quiere, que se les obligaba a probar.

Miren esto: carnero, habichuelas verdes y un buen vino, todo ello enviado desde lo ilógico, ¡o el vacío!

Todo ello estipulado a que lo degusten por una mano intrusa, como si se obedeciese a un designio, en donde aparece ya sin máscaras lo que se ofrece ajeno.

Georgette refiriéndose a lo inesperado de esos 50 francos y a lo gigantesco de su monto y de su significado en la circunstancia en que vivían y en lo hondo de su desgracia ha escrito lo que copio al final de este capítulo.

23. Y, “lo demás
se calla.”

Refiriéndose también a la lucha de César Vallejo por conseguir 10 céntimos, ofreciéndose como vendedor ambulante de una sola botella que nadie compra en el páramo de París.

Aludiendo, igualmente, al 13 de marzo, porque ese día es el derrumbe del templo, grafica cuánto representaba ese billete, relatando de este modo:
“En lo que a mí respecta, he salido a menudo bajo un frío de 15 a 20 grados bajo cero, a la búsqueda de esos 10 céntimos –y aún cinco– y he caminado hasta encontrarlos para completar algunos cobres para un mínimo de pan o de café –porque París no es una broma–. Si retrocedo tanto es porque la agonía de Vallejo no comenzó evidentemente el 13 de marzo. Y, sin embargo no es por estas miserables caricaturas del horror... sino por muchas otras cosas que llamaremos: “lo demás”. Y “lo demás se calla.”

24. No tenía
dónde dormir

El 24 de marzo Vallejo postrado es trasladado a la clínica Arago.
“A partir de ese día supe que estaba perdido, y perdido porque no teníamos dinero. Enderezada más que educada en ese sentido por mi madre desde mi más tierna infancia, me fue imposible pedir nada a nadie.”

Allí muere 25 días más tarde, el día Viernes Santo del 15 de abril de 1938:
“Soy la única persona que ha presenciado día y noche, desde el primer minuto, la enfermedad y la muerte de Vallejo”.

El día que murió César Vallejo su esposa no tenía dónde dormir. No contaba con un amigo ni una amiga ni una familia próxima ni una institución a la cual recurrir y en la cual refugiarse. Habían vivido hasta ese 24 de marzo en que él fue internado en la clínica Arago, en un hotel mísero en la cuadra 69 de la Avenida del Maine.

25. Aquel
tabernáculo

No tenía dónde dormir pero eso no era lo que le angustiaba. Eso sí, tenía una preocupación inmensa por la suerte de las obras inéditas de César Vallejo que había dejado. Y que ella no atinaba a encontrar cuál era el recurso más eficaz para tenerlo a buen recaudo, con todas las garantías de su conservación.

Y aquí empieza el drama de la custodia del tesoro, de la guardianía del vellocino, de la responsabilidad que pesa en aquel o aquella que se sabe que tiene la llave para abrir el cofre sagrado.
“Vallejo sepultado por la mañana, deambulo yo por la tarde en la calle con solo en los brazos once obras inéditas, entre estas los versos póstumos”.

¿Qué obras aún inéditas de versos están en ese tabernáculo? Están allí los Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, la totalidad de las obras de teatro, ensayos, Paco Yunque, El arte y la revolución, etc.

26. El Santo
Grial

¿No es legendario? ¿No es una escena para la historia de la humanidad? ¿Una mujer que como luto, como vestido de duelo, como pésame mortuorio, como túmulo arrastra unos papeles? Carga un legajo cosido a su pecho.

Esa es Georgette.

No tiene nada, ni abrigo ni techo, ni un número de calle en su mente al cual buscar.

Ningún otro vestigio de su esposo. No tiene algo qué acomodar ni arreglar: Ni una casa ni un cuarto ni una maleta sino las obras que ahora son patrimonio del género humano.

¿Dónde las había encargado? En la enfermería de la misma clínica Arago. Ahora ha ido a recogerlas y las tiene entre sus brazos. ¿Adónde va? ¿En dónde ha de refugiarse?

Ella se echa en sus hombros la responsabilidad de cargar el Santo Grial, el cáliz o el vaso que usó José de Arimatea.
27. Qué
coraje



Porque estos manuscritos y otros originales mecanografiados eran todo y nada.

En su gran parte papeles ininteligibles. ¿Tendrían valor? Primera duda que ella no la tuvo jamás.

Sólo le importa eso y se dedica a cuidarlos. Si hubiera dudado quizás las hubiera olvidado en algún sitio de por vida y nadie se hubiera dado cuenta.

Pero ella ya en la tarde, después del entierro, cuida ese tesoro. Son los Poemas humanos, y son España, aparta de mí este cáliz.

¡Qué intuición sublime de mujer! ¡Qué coraje de guardiana del templo!

Quizá sea esto lo que justifique una frase riesgosa y llena de acechanzas que pronuncia Max Silva Tuesta cuando dice: “Sin Georgette no hay Vallejo”.

28. Devela
el arcano

Y es que es ese momento, casi instante, de intuición de no coger nada más, ni una maleta, ni un artefacto, sino solo el legado de papeles.

Y sin nada más, con ello en los brazos y en las manos lanzarse y avanzar contra el mundo. Así salva la obra, nos salva a nosotros y justifica ante el universo.
“Dos semanas después de la muerte de Vallejo empecé a copiar a máquina, en cinco ejemplares, todas las obras inéditas. Las guardaré 35 años”.

Siendo así Georgette es la primera que devela el arcano, la primera que lee a Vallejo.

No le quitemos ese mérito, por favor.

Es quien empieza a copiar, a cuidar y a desentrañar lo que esos poemas dicen a la humanidad estupefacta.


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